martes, 31 de mayo de 2011

Actualidad

SOBRE LAS REVUELTAS EN ESPAÑA
Y EL CASO ARGENTINO
   
   
Se han relacionado, no sin fundamento, las recientes y masivas manifestaciones en España con los hechos ocurridos en la Argentina en diciembre de 2001. En ambos casos, se señala el contraste entre la pesada crisis económica que afecta al común con los insultantes privilegios de los hombres públicos. Una acusación pareja: “mi crisis, tu dieta”; un facsimilar pedido: “que se vayan todos”. Lo que acullá el océano debiera obligar, atendidas las correspondencias, a escrutar en el caso argentino para prevenir idénticas infecciones derivadas de una erupción afín.
   
Dos preguntas saltan a la consideración, y la primera: ¿qué se pide? Lo que consta por proclama es balbuceo, apenas bulla, guirigay de muchachería implume que zurció constitución o politeia con los retazos de las frases hechas que sus mismos incriminados políticos soltaron por lustros, como al desgaire, para anublar la conciencia común. Lo que es algo así como valerse de tópicos para consagrar la utopía. Sólo proclamas estándar, mala prosa y pasteurizada. Más democracia: eso lo que piden. Lo diagnosticó con inmejorable acierto Juan Manuel de Prada al remitirse a la cínica indulgencia que los políticos, desde su lejano risco, concedieron a los “indignados”. “Cuando Zapatero, Chacón o Pajín se precian de «comprender» a los chavales indignados actúan con la misma socarronería del ciego cabrón del Lazarillo, que después de descalabrar al protagonista con una jarra de vino se burla de él, mientras lo cura aplicándole vino en las heridas: «¿qué te parece, Lázaro? El mismo vino que te enfermó te cura y da salud». Los socialistas saben bien que un empacho de consignas progresistas sólo puede concluir con una vomitona de consignas progresistas; y esto es lo que, a la postre, refleja la menestra de proclamas que se vociferan en la Puerta del Sol: un vómito de progresismo enfermo que sólo podría sanarse auténticamente renegando de la causa de sus males; pero tal sanación exige una «metanoia», un cambio de mente que quienes han sido moldeados en el progresismo no pueden acometer. Que ni siquiera pueden vislumbrar”. Y así, mero epifenómeno local en el más vasto escenario de la  nueva “guerra fría” por el control de los mercados y los recursos estratégicos, en la que Estados Unidos y Europa estrechan lazos contra Rusia, China y el Islam, “como frutilla del postre de las «revueltas populares» de la CIA en Medio Oriente y África, ahora llega la «revolución de los chip-alienados» de la internet y los celulares (…), juego deportivo de alienados jóvenes de las «redes sociales» (a los que se suma la izquierda sin brújula asimilada al sistema) que promueven «protestas populares» desde la internet casi como un divertimento con catarsis colectiva” (Manuel Freytas).
   
¿Podrá confiarse al emotivismo falto de juicio, el mismo de los muchachos que integran los centros de estudiantes de nuestras universidades, la reforma o la liquidación de un régimen agotado? Fuera desnorte y desquicio el admitirlo. Y entonces sobreviene la segunda pregunta: ¿quién canaliza la riada, la protesta? Es costumbre admitir, ni que sea nominalmente, la función aleccionadora de la historia: sírvanos la ocasión entonces para recordar a aquella Atenas que, grande en lo exterior tras la victoria sobre Persia, habiéndose concedido la veleidad de someter las definiciones inderogables sobre lo civil al sufragio popular, vio pronto caer en picada la intimidad de la nación hasta concluir en el advenimiento de los Treinta Tiranos, a cuya merced se debe la condena y muerte de Sócrates —crimen éste capaz de integrar, por justo título, el memorial de los oprobios de la raza humana. La tesis que en rigor cabe es la platónica: a la democracia le sigue la tiranía, porque la renovación ética no es conquista de las masas, como hoy se pretende con sugestivo candor, sino el fruto precioso de una ardua experiencia personal debida a la nobleza del carácter, y no a su plebeyez.
   
Yerran las masas a menudo en que, aunque capaces de columbrar sensatamente que de la virtud del que manda dimana el bien para todos, corren el albur de contentarse con éste último —o su sustitución farsesca— sin reclamar aquélla. Por achaque de imprudencia, que es plaga que medra en el tumulto, se acaba fácilmente por exculpar al gobernante criminal si éste propicia panem et circenses. En época hipnótica y anestesiante como la que discurre, a veces hasta alcanza con circenses sine pane. Solamente este reclamo vivo de ejemplaridad hace soberano al pueblo, y dueño de su destino, como en Fuenteovejuna, conque una definición plausible —y hoy no autorizada— de “soberanía popular” podría asimilarse a la capacidad del mancomún de echar de en medio al tirano. (Aclárese, para acallar vanos escrúpulos, que el tiranicidio no equivale, ni se parece, al magnicidio, al crimen de lesa majestad. Al fin de cuentas, el tirano se caracteriza por hacer abuso de su principado con exclusión de toda grandeza o maiestas. El tiranicidio es un mero “poner las cosas en su sitio”).
   
En la Argentina, el “que se vayan todos” de 2001 dio lugar, andando el tiempo, a que todos se quedaran. Y a la pronta instauración de una tiranía delictuosa que no dejó desfalco por cometer, ni profanación jurídica que alentar, avanzando —según el mandato recibido de la tiranía mundial— hasta el agravio de la mismísima ley natural. Nunca se había llegado a tanto entre nosotros. Nunca, ni en el cine pesadilla, se hubiera imaginado a un parricida devenir abanderado de la causa de los derechos humanos, cuya infamia pujara por superarse a sí misma a través de la más grosera malversación de los dineros públicos increíblemente puestos en sus manos. Nunca se le había regalado el mote de “épicas” a preces tan poco esclarecidas como las que exhibiera un hombre tan netamente inferior, ganado por las más turbias pasiones, como el finado Kirchner. Epos no ya de héroes, sino de gángsters.
   
El universal hastío ante el indecoro de los príncipes, como hoy lo demuestran las protestas en España, es el que hizo otrora allí posible los “pronunciamientos”, y en el caso argentino los golpes de Estado, puestos al margen cualesquier otro resorte y las consecuencias mismas de los golpes. Si éstos hoy no se reeditan no es sólo por el desmantelamiento e ignominia de que han sido objeto las Fuerzas Armadas: es también porque ya no se le exigen al mandatario las prendas que debería éste ostentar. Y esto sí que es trágico. La democracia basta por sí sola a dorar toda la vileza de los magistrados. Y la frivolidad y la rapiña más nauseabundas vienen victoriosas a sustituir a la gravedad y la honra de que debería ornarse quien ejerce el cargo público. Ni cabe esperar ya más en nuestros funcionarios esa madurez de aquel que, según Gracián, “habla por sentencias y obra con aciertos”: más bien el campeonato de la estulticia y la demolición artera de la historia y de todo patrimonio común, hasta sumergir a la nación en la Estigia de todos los desórdenes morales.
   
Mientras en toda la latitud ibérica se reproducen manifestaciones cuyo porvenir es bien poco promisorio —y acaso no sirva sino a profundizar la tiranía que oprime a la España eterna—, el portaaviones “George H. W. Bush”, dotado de una central nuclear, ingresa a las aguas del Mediterráneo para intentar el desembarco sangriento en Libia, cumplidas ya 8500 incursiones aéreas sobre aquel país en menos de dos meses. Es para deponer a las autoridades jaqueadas por los manifestantes y reestablecer los derechos humanos. Suponemos que los dirigentes de la España democrática no sufrirán idéntico castigo.
   
El infante don Flavio
   

lunes, 30 de mayo de 2011

Mirando pasar los hechos

FRUTOS PODRIDOS
  
  
EL ODIO K INCLUYE HASTA LA BANDERA

Los actos demenciales, que ya abundan, están retratando con insuperable elocuencia el derrumbe del país. Y así lo exhibe patéticamente una resolución silenciada por los medios, que hace un tiempo adoptó la Policía de Seguridad Aeroportuaria dependiente del Ministerio de Justicia de la Nación. Por orden de un enajenado, aquella dependencia ministerial dispuso suprimir el tradicional saludo a la enseña patria, seguramente sin advertir que la insolencia traducía una verdad insoslayable, que ésta ya no es la Argentina. La nación ha entrado en un paréntesis mortal y por lo tanto quienes la quieren vejar están dando golpes contra un fantasma. Tal vez algún día, cuando ocurra la ansiada resurrección que imploramos al Altísimo, los habremos de juzgar por todos sus delitos; salvo el de traición a la Patria, porque estos canallas marxistas de ningún modo son  nuestros compatriotas.
  
Todo se hizo en consonancia, como dice la Resolución inicua, con las reglas del nuevo ceremonial y protocolo, buscando “cimentar la identidad policial creada desde la recuperación de la democracia en 1983”. Como se ve, la monserga típica traduce fielmente el ideologismo apátrida del régimen implantado desde “la restauración democrática” capitaneada por el prócer Alfonsín de la Internacional Socialista. Lo curioso del caso que vale la pena anotar, ha sido la respuesta de los hechos supliendo la apatía general. Por de pronto el reciente caos que llegó a paralizar las actividades en los aeropuertos de Ezeiza y Aeroparque, dando lugar a todo tipo de conjeturas teñidas de ignorancia, a cual más alarmante. Pero finalmente, según se estila, no faltó una acusación gremial atribuyendo el desbarajuste a controladores aéreos de origen militar (cfr. “La Nación”, 25 de marzo de 2011).

     
POR SUERTE, LA ECONOMÍA FUNCIONA

En la misma línea descabellada, el efebo ministro de Economía, Amado Boudou —¡ah, criollo chupandín y guitarrero!— confirmó el 21 de marzo que ya se constituyó el llamado “Fondo de Desendeudamiento” (sic), destinado a pagar deuda pública.
  
Durante una conferencia de prensa para anunciar el superávit fiscal del mes de febrero pasado, destacó que actualmente la relación de deuda pública sobre el Producto Bruto Interno representa “un número pequeño en relación con lo que fue la historia argentina” (sic). Tras cartón, la crónica propensa al colapso cerebrovascular, consigna que “la semana pasada el Indec (sic) —sí, el Indec— informó que la deuda externa bruta total en 2010 ascendió a 126.618 millones de dólares, frente a los 117.808 millones de 2009” (cfr. “La Nación” del 22 de marzo de 2011). Lo cual representa, según la aritmética tradicional, un déficit de 8810 millones de dólares… ¡o sea el “superávit” de la era kirchneriana!
  
Por si hubiera alguna duda sobre el bienestar logrado con el “modelo”, el matón del Comercio local distribuye multas cuantiosas entre los audaces que osan mostrar cuentas adversas. Y para fortalecer los ánimos, llegan “buenas noticias” de las Malvinas, sobre un reciente descubrimiento petrolero… claro está en beneficio de la firma británica Rockhopper. Pero la presidente Kirchner de antemano ha salvado la situación, diciendo que tales operaciones violan leyes y tratados internacionales… (algo tan claro como el “hache dos cero”, le faltó graficar igual que antaño). Lo que tal vez preserve los intereses de importantes elencos adictos… vinculados con otras empresas inglesas.
        
          
DEMENCIA BOLIVARIANA

La Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata resolvió distinguir al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, con el Premio Rodolfo Walsh, “por su compromiso incuestionable y auténtico en afianzar la libertad de los pueblos”. Para darle el premio a su conocido afán libertario —acaso incomprendido por los medios clausurados y los periodistas incomunicados por el dictador— se ha creado una categoría especial, denominada “Presidentes Latinoamericanos por la Comunicación”.
  
El acontecimiento coincide con el reciente bloqueo de un matutino —recién ahora mal mirado por las huestes democráticas al servicio del Modelo— y se descarta que el próximo galardón recaerá sobre el meritorio paladín de las libertades públicas cubanas, don Raúl Castro.
           
Junto a la buena noticia platense, se confirma en esta misma línea de garantías, que es oficial el plan bonaerense que forzará a los “countries” a ceder un 10% de su superficie neta o su equivalente en dinero para “viviendas sociales”.
  
Y paralelamente, ya en jurisdicción más cercana al Centro de la Capital Federal, un juzgado ha establecido que la usurpación de un lugar público no constituye delito alguno. En fin, para que no quede duda sobre el camino emprendido junto a las democracias ejemplares, de ahora en adelante los pasaportes serán otorgados por el Ministerio del Interior. De manera que las salidas del país quedarán vigiladas y concedidas, o no, al ejemplo de Cuba.
        
         
LA PEDAGOGÍA DEL SALIVAZO

El noble servicio a la verdad por encima de cualquier otra consideración, simpatía o apego, se contrapone a la actitud de jueces locales serviles a la voluntad de exterminio, que está costando la vida de tantos prisioneros del odio en las mazmorras del régimen. La denuncia al respecto de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia, recientemente efectuada ante la Corte Suprema de Justicia, marca un imprescriptible agravio a los Derechos Humanos verdaderos.
  
A propósito de la confrontación entre la hipocresía afectada y la naturalidad veraz, el 24 de marzo —día feriado del calendario bolchecristino— se desarrollaron paralelamente dos actos bien disímiles en la Capital Federal, que por un favorable sino meteorológico dio lugar al elocuente cotejo. De un lado el maduro juvenil y superdotado tenor, ofreció un espectáculo con señoril naturalidad, en la Avenida 9 de Julio colmada con más de 130 mil espectadores. Por el otro, la makinaria falaz y furibunda, festejaba el “Día de la Memoria” retorcida. Sedienta de más víctimas, concentró una multitud de carteles en la Plaza de Mayo que impidieron visualizar el fracaso del convite, pese a los estímulos monetarios, alimentarios, conminatorios y eliminatorios.  La benevolente crónica de “La Nación” contó —no se sabe cómo— cincuenta mil manifestantes: ¿cien por cartel…?
  
Fue muy llamativa la participación de rabiosos jóvenes “idealistas” vistiendo remeras uniformes, junto a bandas “espontáneas” con tambores o bombos todos de un mismo color.
  
Y colmó las expectativas más siniestras el protagonismo de chiquillos, motorizados por supuestos progenitores, para escupir y ensuciar las figuras elegidas como los nuevos enemigos del Régimen, colocadas en escupideras y letrinas ad hoc.
  
Pero lo más conmovedor fue la fogosidad de algunos muchachos veinteañeros —incluida la opulenta descendencia presidencial— cargados del senil resentimiento de vivencias prestadas a través de los medios, pero sobre todo inculcadas por el sistema educativo que implantó —¡con increíbles aguantes!— el criollísimo ex ministro y actual senador Filmus, de yapa creador del canal Encuentro —…de todas las perversidades comunistas— donde campeaba el paisano indigenista Guinzburg y ahora lo hace el patricio Feinmann, “filósofo” incondicional de Marx.
         
          
¡CHORRA!

Cumple desde luego celebrar el desempeño de Plácido Domingo, que refrescó magistralmente partituras de toda índole regalando buen gusto y simpatía. En lo que hace al ámbito cultural, simplemente cabría decir que trajo añoranzas de buenos tiempos, cuando la Argentina no había sucumbido bajo las hordas delictivas.
  
Acaso hubo dos instantes colaterales. Uno de las cuales al final pudo percibir el público, cuando un locutor —cumpliendo obvias órdenes— hizo mención del “Día conmemorativo”… cosechando fríos aplausos.
  
El otro momento, más que un “sucedido” fue una inminencia.  ¡Y lo que pudo suceder, si hubiera plasmado la ocurrencia de más de un espectador, queriendo que Don Plácido cantara “Chorra”! Puede  imaginarse la multitud a los gritos: ¡Por ser bueno me pusiste a la miseria, me dejaste en la palmera, me robaste hasta el honor…! Y los ecos de la amarga carcajada retumbando hasta los confines del Plata, incentivada por el reflotamiento de aquel misterioso número 01250151321134 —que se lee en Google— sobre los ahorritos en Cuba.
          
          
UN CARMELO SIN FE

Es doloroso aunque necesario recordar —venciendo explicables inhibiciones— cierta contribución a la falsedad histórica desde el lado menos esperable y más obligado a defender la verdad.
  
Basta como triste ejemplo la homilía del Arzobispo emérito de Resistencia, que el 27 de julio de 2008 llegó a decir: “El terror de Estado (sic) de la década del 70 ha emulado las mazmorras y tormentos de la SS nazi”. Sumándose a similares declaraciones anteriores, que autorizan a concluir que la ideología del alto dignatario se inclinaba radicalmente hacia el lado más siniestro. Sobre todo teniendo presente que desde luego no era un niño, cuando las hordas asesinas del marxismo internacional atacaron a la Argentina.
  
¿Olvidó el Prelado los asesinatos de los filósofos nítidamente católicos Jordán Bruno Genta y Carlos Sacheri (este último profesor de la UCA), para dar dos ejemplos de la sevicia criminal y su certera puntería? Es conveniente develar el inmenso daño que las claudicaciones progresistas han hecho al catolicismo, a la juventud y a la patria. Tal vez la causa predominante de la postración actual.
                
               
PAISAJE DE CATAMARCA

El resultado de las elecciones catamarqueñas, no produjo mayor sorpresa; como tampoco producirán ninguna las sucesivas elecciones. En cuanto a las presidenciales, desde el vamos tienen asegurado, fraude mediante, como en la anterior, por lo menos el 46% de los votos. Y si no, que lo digan las serviciales encuestadoras y los movedizos comentaristas a la orden, cómplices de la reelección.
  
Nada, en cambio, ha sido más sorprendente en Catamarca que la carta previa de la Pastoral Social de la diócesis. Se trata de un mensaje emitido como integrantes de la Iglesia de Catamarca, “llamados a dar testimonio de Cristo asumiendo posiciones valientes y proféticas” donde se afirma que “el 13 de marzo es un horizonte de esperanza para renovar nuestra fe en la democracia”. Que abre con el voto la posibilidad de crecimiento más justo, junto a la promoción del Hombre como ser trascendente, que evoluciona en conjunto con sus hermanos, “para lograr una sociedad feliz, culta y progresista” (AICA, 11 de marzo de 2011).
  
En su comentario del Evangelio según San Mateo (VII, 15), el Padre Castellani recordaba las grandes palabras que conmueven al corazón del pueblo: Libertad, Igualdad, Fraternidad, Democracia, Prosperidad y “toda la letanía”… Concluyendo que los amargos frutos de la bandada de pseudoprofetas de fines del siglo XVIII —a manera de mangas de langostas— de sobra los conocemos porque los estamos sufriendo. “Las malas doctrinas, aceptadas y gritadas sin tasa por los pueblos borrachos, han descoyuntado los huesos del mundo; y el mundo se agita hoy enfermo y angustiado: y más borracho que nunca” (cfr. “El Evangelio de Jesucristo”, págs. 225/226).
  
Ahora estamos percibiendo el surgimiento de adicionales panaceas inútiles, como Cambio y Desarrollo, Solidaridad, Inclusión y Felicidad Popular, Diálogo y otras lindezas por el estilo. Con su correspondiente cosecha…
           
           
FRUTOS PODRIDOS

Ciertamente impresiona el cumplimiento de los peores vaticinios.  Entre nosotros, las tristes consecuencias “democráticas” están a la vista. Como pústulas nauseabundas sobresalen los desastres morales e institucionales coronados por la Ley K de “Matrimonio Homosexual”. Y corre un frío medular al conocer en estos últimos días, la realización puntual de la borrachera predicha por el Padre Leonardo Castellani. Ocurrió en un aquelarre nauseabundo con el protagonismo de ministros principales y otros altos funcionarios del Régimen K.  Reunidos alrededor de las botellas kirchneristas presentadas por un sujeto deslizadizo de “pelo largo rubio hasta la cintura, botas brillantes de cuero negro y un prendedor…” (cfr. “La Nación”, 12 de marzo de 2011). Completamente borrachos los muy desgraciados, vomitaron inauditas blasfemias contra lo más sagrado y santo. Lamentablemente sin la amonestación inmediata y enérgica desde las alturas, al modo que lo hiciera una vez el celo de aquel Obispo castigado por la tiranía disoluta. Significativamente desde el llano, Por el Honor de la Sangre rompieron el silencio incontenibles palabras de indignación.
  
Juan E. Olmedo
  

sábado, 28 de mayo de 2011

Memoria de los maestros

UNA PINCELADA DE IBARGUREN
     
     
“Sin historia no hay patria. Por cuanto no es factible inventar el «futuro maravilloso» de los pueblos olvidando el pasado de los mismos. Las naciones sin pasado cierto son conglomerados humanos cosmopolitas, incapaces de reaccionar o de resistir la menor crisis que conmueva el destino solidario de cualquier sociedad sana […]
    
“No bastan, pues, las ideologías a contrapelo de nuestros auténticos valores primigenios. Y mucho menos bastan las plataformas demagógicas y revolucionarias de los partidos en vísperas de competitivas campañas electorales […]
    
“Entretanto,a los estafadores políticos: ¡Desobediencia debida y punto final!”
    
Federico Ibarguren
Tomado de “Nuestro ser nacional en peligro”,
Buenos Aires, Vieja Guardia, 1987, pág. 11.
    

jueves, 26 de mayo de 2011

Cambiame la música

HAY QUE RESTITUIR
LA PROPIEDAD AJENA
    
    
Antes, la catequesis enseñaba que no era suficiente confesar el pecado de robo o de hurto, porque no se hacía efectivo el perdón si no se cumplía la condición de devolver lo hurtado o de pagar o indemnizar al dueño. Es de justicia elemental: tanto te quité, lo mismo te devuelvo, antes de pedir perdón a Dios.
    
Yo me pregunto si las iglesias aggiornadas pagan a SADAIC los derechos de autor de la música profana que han hurtado para cantar con letras de pretensión religiosa, y que son ejecutadas durante los espectáculos danzantes eclesiásticos, entre los que el sacerdote intercala partes de la Misa. (Dudé poner pretensión “religiosa”, porque en la primera redacción había escrito “piadosa”; pero lo cambié porque las canciones suelen ser impiadosamente ejecutadas). Más allá de la ofensa al autor por la crueldad de la ejecución, está la cuestión moral y legal de los derechos de autor.
    
Me responden que toda música que se haya o hubiere cantado durante los actos litúrgicos, debe tener algún autor, porque no hay efecto sin causa. Y es así. Sólo que los monjes o autores anónimos debieron donar a la Iglesia su creación; (hasta en ese sentido es más barato cantar gregoriano o polifonía clásica, porque ya venció el plazo para cobrar derechos de autor). Y me parece improbable que un rockero judío como Robert Zimmerman (Bob Dylan), haya compuesto música hippie para donarla a la Iglesia, como es dudoso lo hayan hecho otros rockeros cuya intención evidente ha sido componer eso para bailes comerciales y no para bailes eclesiales…
    
Sospecho que si los eclesiásticos no consiguen mostrar tales supuestas actas de donación de los derechos de autor, la Iglesia debería pagar a SADAIC.  Me temo que si no lo hace, no obtengan perdón por ese aspecto parcial del pecado contra la propiedad, sin entrar a considerar otros más graves, —para juzgar los cuales no tengo autoridad—, como podrían ser quizás la impiedad antilitúrgica, la desobediencia al mismísimo Concilio Vaticano II, a las normas pontificias contra la “liturgia show”, la ofensa a la Belleza Suprema, etc.
    
Y para no pagar, no vale la excusa de que el canto sea horrible, una verdadera ejecución, lo cual empeora el agravio antes de atenuarlo.
    
Marcial Castro Castillo
    

martes, 24 de mayo de 2011

Editorial del Nº 89

LA ESFINGE HISTÉRICA
     
     
Al cierre de este número, el pobre país ficticio de las mayorías volubles y extraviadas, sigue pendiente de la decisión hamletiana de Madame Wilhelm: ser o no ser presidenta. Como la vetusta esfinge —esto es, como un demonio de destrucción y mala suerte— ella alimenta el juego cruel del acertijo, más ridículo que el enunciado por Diodoro Sículo cuando le hacía inquirir a la monstruosa imagen cuál era el ser a la vez bípedo, cuadrúpedo y parlante. En este caso, hay tantos de esos seres a la vista y olfato, que ni al consuelo de un incisivo y descifrador Edipo podría aspirar la módica esfinge kirchnerista.
    
Sin embargo, no es este oficio de mal agüero el que nos irrita en Cristina. Porque cuanto más lo abraza y practica más al descubierto queda su indigencia moral. Degradada a la condición de un objeto de encuestas, presionada por las culatas de camiones camorreros y de una corte inconmensurable de hampones que supo encumbrar e integrar, su vida ya no es humana sino un mero instinto animal de poder, resentimiento y codicia. Un dígito en la tómbola depravada de la democracia. Una cosa en el engranaje grasiento del Régimen.
    
Lo que nos fastidia, decimos, es que pretenda hacerle creer al gentío que su mester de gobernanta es similar al de un galeote: entretejido de penurias, sacrificios, grandes esfuerzos físicos, y una abnegación en virtud de la cual se habría entregado por la nación hasta extenuarse. De resultas, ella nos haría el favor de seguir conduciéndonos; y si los extorsionadores —hasta hoy sus activos aliados— se salieran de madre, nos castigaría con la mano de hiel de su ausencia en los próximos carnavales octubrinos. Al igual que el occiso Néstor, el de los garfios ligeros, la viuda aspira al procerato en vida, y cree tener un destino de estatuaria con botox incluido.
    
A tan burda maniobra —que encubre con el halo de un servicio a la patria jamás prestado, los que fueron años de enriquecimiento ilícito, frivolidad, corrupción, homicidio y despilfarro burgués— le han puesto el nombre de Operativo Clamor. Otro es su nombre, que pocos osan decir por temor o pacatería. Y ese nombre es histeria.
    
Usamos el nombre con la mayor propiedad que nos es posible siendo legos en la materia. Pero la mujer que se pavonea por la cadena nacional, ora inaugurando una cámara séptica, ora un ascensor descompuesto o una recepción a terrroristas asilados, tiene todos los rasgos de tan fea neurosis. Lloriqueos, gritos disfónicos, movimientos convulsos, crispaciones de puños, índices acusadores señalando el vacío, arremolinamientos bruscos de la pelambre, alguna coz involuntaria contra el piso, y un rictus agresivo que le cuelga del belfo, mitad risa, mitad congoja, y en su conjunto mueca descangallada.
    
Desbordada en privado y en público, eufórica, lela, virulenta, suplicante, cursi y amenazante a la vez, tamaño manojo de pasiones intemperadas dicen que puede ser reelegida. ¿Alguien se ha detenido a meditar, más allá de lo ideológico, el riesgo que comporta el ejercicio de un poder omnímodo en manos de una desequilibrada? Si la histeria es política de Estado, lo menos que debería declararse es un  estado de alerta colectivo.
    
Tiene además, la señora, en tanto histérica, graves trastornos disociativos. Como la amnesia, que le impide recordar el sinfín inenarrable de perrerías consumadas, desde la falsificación de la historia hasta la legalización de las fornicaciones contranatura. Amnesia vuelta a veces fuga de la realidad, y otras una demente construcción de personalidades múltiples.
    
Cristina, en efecto, cree ser a la par una galería de féminas ilustres, según el cartabón de las izquierdas, y ha ordenado romper los espejos que podrían mostrarla con todo el patetismo de su rusticidad, incultura, delito y jactancia.
    
La Argentina, quede en claro, nada le debe a los Kirchner, que no sea devastación espiritual y material. Sumatoria de despojos, que tanto tienen putrefacto al cuerpo como al alma de la patria aherrojada. Si está en los planes de Dios que le sea restituido su decoro, no en venideros comicios sino en heroica reconquista, la memoria genuina sabrá grabar con el mote de malnacidos a quienes tanto daño le hicieron. Será el fin de la histeria y el primado de la cordura.
     
Un verdadero Operativo Clamor está pendiente. Alguna vez esta última  palabra se usó en nuestro pasado para rememorar a quienes alcanzó injustísima muerte. Se use ahora y en adelante para anhelar la resurrección “de la pálida patria, patria enferma”, según la retratara hace tanto los versos inolvidables del Padre Castellani.
    
Antonio Caponnetto
    

lunes, 23 de mayo de 2011

De novela

PUNTITOS NEGROS
    
    
Después de muchos años, dos amigos se reencuentran en Viena. La escena ocurre en un parque de diversiones donde una rueda enorme, especie de vuelta al mundo, los va elevando sobre la multitud que allá abajo, cada vez más pequeña y borrosa parece moverse sin rumbo determinado.
    
Graham Greene, el autor de la obra, nos relata que uno de ellos apenas se mantiene escribiendo novelas policiales y el otro —en cambio— es un hombre perseguido por la justicia, que hizo una fortuna acaparando penicilina y otros medicamentos esenciales para después poder venderlos a cualquier precio, a las personas que pudieran pagarlos…
    
Hablando de remedios, no sería sensato decir que Zanola, Moyano, Hendler, Capaccioli, etc. etc., conocieron, ni les importe un comino la obra de Green y éste difícilmente habría imaginado que un país pudiera subsistir manejado durante años por una mafia criminal.
    
De todos modos, como para acentuar la diferencia y la infamia (si eso fuese posible) y a pesar de que ya se había traspasado un límite tremendo, a pesar de eso, los remedios que se negociaban en el mercado negro en la mayoría de los casos, eran auténticos.
    
Pero más temprano que tarde, los que podríamos denominar herederos de aquellos que cruzaron el límite, se dieron cuenta de que las drogas originales resultaban caras, de hecho más caras que las truchas y los placebos y que finalmente los resultados terapéuticos representaban poco a la hora de contar los billetes.
    
En la escena de inicio, tomada del capítulo XIV de la novela “El Tercer Hombre”, después de un rato de conversación, Holly, el escritor, se da cuenta de que lo que estaba en juego detrás de las estafas de Harry era la vida de los chicos que no podrían recibir esas medicinas y entonces poniéndose en el lugar del enfermo y quizá interpelado por la voz de la propia conciencia, le pregunta: “¿Visitaste alguna vez el hospital de niños? ¿Viste a tus víctimas?”
    
Pero Harry se burla de los escrúpulos de su amigo. Él ya vive más allá del bien y del mal y en su respuesta se lee bien claro en qué consiste y sobre todo adónde conduce el relativismo y de qué manera la llamada moral de situación, la moral que cambia de acuerdo a la necesidad o las circunstancias o al antojo es la que en definitiva hoy juzga como bueno lo que al rato será malo.
    
“¡Déjate de melodramas! —le contesta Harry Lime— mira un poco ahí abajo. ¿Sentirías piedad si uno de esos puntitos dejara de moverse para siempre? Si te dijera que voy a darte veinte mil libras por cada puntito negro que se parara, ¿me dirías que me guarde mi dinero? ¿O empezarías a calcular cuántos puntitos serías capaz de parar? ¡Libres de impuestos, viejo!”
    
No me cuesta nada imaginar esa realidad de puntitos negros instalada en nuestro país.
    
No cuesta nada porque hoy la vida de los argentinos ya no tiene valor; porque nos matan y los jueces “garantizan” al autor de esas muertes; porque nos cambian los remedios por basura; porque la inteligencia ha sido rebajada a la adulación y la mentira; porque los grandes objetivos de la vida nacional se agotan en el homomonio, el aborto, la eutanasia, el filicidio, la utilización de embriones, etc.; porque desde el Estado, en suma, bandas de asesinos corruptos se regocijan en consumar la degradación de un pueblo.
    
A lo largo del tiempo, muchas veces fueron los poetas los que vieron el rumbo lacerado adonde va a parar el oscurecimiento de las conciencias.
    
Tal el caso de Baudelaire, que escribe en un cuaderno a mediados del siglo XIX: “el mundo se va a acabar… Pero la ruina universal  (o el progreso universal: poco me importa el nombre)  no se manifestará tanto en las instituciones políticas sino en el envilecimiento de las almas…”
    
Por cierto que al final, la dictadura del relativismo enarbola el estandarte tenebroso de la cultura de la muerte. ¿Por qué? Está claro, si caducan los valores permanentes, si somos esos insignificantes puntitos negros moviéndonos al azar en un  horizonte vacío, sobre qué base inapelable la vida humana será sagrada.
    
En este sentido, siempre es oportuno repensar aquello que escribía el ruso Alexander Solzhenitsyn:
    
“Nuestro actual sistema… exige la rendición total de nuestras almas y nuestra participación activa en la mentira conciente general. Los seres humanos que quieren ser realmente humanos, no pueden consentir esta putrefacción del alma, esta esclavización espiritual…”
    
Miguel De Lorenzo
    

domingo, 22 de mayo de 2011

Precisiones

LAS COSAS EN SU PUNTO
     
       
Con gran suceso Juan Bautista Yofre acaba de presentar el libro “Noche de Lobos”, del prestigioso novelista Abel Posse; autor de títulos sugerentes como “La pasión según Eva” (panegírico con audaz paralelismo) y “Los cuadernos de Praga” (andanzas del guerrero idealista Che Guevara en lejanas latitudes). Como siempre el distinguido presentante hizo gala de su elegancia y cálida intención. También reflejando su tendencia a una ecuanimidad a veces desbordada. Por ejemplo repitiendo a los Montoneros de 1989, al calificar la lucha entablada por la agresión de los años ’70 como “una suerte de guerra civil intermitente”. Algo que, más allá del propósito, enaltece a los subversivos contrariando la realidad de la conflagración desatada por el ataque terrorista. En todo caso una Guerra Internacional, provocada y radicada por el marxismo en la Argentina.
               
Verdaderamente no resulta feliz la calificación de la ESMA como “pozo negro”. Salvo aclarando que sea la de hoy; en cuanto lugar elegido por el poder marxista como emblema del fementido terrorismo de Estado. Para borrar la memoria de la verdad… estableciendo el “Museo de la Memoria ”. Porque sin discutir a priori con la novela que hubieran abusos execrables (como cualquier estúpido exceso de la represión, que manchó la guerra justa) tampoco es prudente fogonear la fantasía * que inventó el “plan sistemático de exterminio y robo de niños", utilizado para perseguir a los combatientes contra la subversión como delincuentes de “lesa humanidad”. Sin códigos, sin leyes, sin Constitución que los ampare. Lo cual no quita que sea muy respetable la delicada sensibilidad del disertante, al recordar los festejos del Mundial de Fútbol en 1978, cundo a “pocas cuadras había gente sufriendo en la ESMA ”.
                  
Desde otro ángulo merece encomio la buena memoria de la Cámara Federal Penal de la Nación (1971-1973), así como el recuerdo del “desorden a flor de piel”: cuando la sociedad pidió a las Fuerzas Armadas que terminaran con el caos. Temas colocados en su  sitio con plausible precisión, al identificar las concomitancias ocultas en la historia oficial; consignando los nombres más reverenciados del santoral democrático.
                  
Cabe una observación final sin oscurecer el mérito del empeño. El distinguido presentante ha puntualizado los asesinatos que conmovieron a la sociedad argentina, omitiendo mencionar la inmolación de los ilustres profesores católicos Jordán B. Genta y Carlos Sacheri… Por último, su saludo agradecido a los prisioneros de Marcos Paz “a pesar de sus errores y sacrilegios denotaría un sesgo propenso a hipérboles que no ayudan a despejar los mitos y calumnias.
           
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* A modo de Colofón: Una muestra inmediata del riesgo de alimentar errores o fábulas, sobre todo para extranjeros o personas que no vivieron en aquella época, es el articulo publicado por ISRAEL EN BUENOS AIRES - Ética, traición y una nueva mirada a los 70 en la Argentina- Noche de lobos - Depto. de Prensa Editorial Planeta/Alejandro Dubesarsky.
             
Extracción textual (salvo el subrayado):
            
…“La tortura, el miedo y el cinismo, fueron moneda corriente. Campos de concentración y desaparición de personas marcaron la tragedia nacional… Claro que, ellos no vinieron solos, el Golpe- gestado, premeditado por el Ejército, que fue el brazo ejecutor. El derrocamiento de «Isabelita», tuvo sus actores civiles, grandes grupos económicos que planearon y justificaron las ansías «mesiánicas» de un poder eterno de Videla, Massera, Galtieri y los genocidas, que todavía hoy se están juzgando.   En la «guerra contra la subversión», calificada así por el Proceso de Reorganización Nacional, -Hombres y mujeres que se vieron forzados a enfrentar en carne propia los grandes dilemas universales que la humanidad revive cíclicamente: la trágica opción entre el fin y los medios…”…El “amo de la muerte” en la ESMA, Almirante Massera”… “Otros casos que el relato posterior, que Abel Posse narra con testimonios de gente que puede conocer que vencidos por la tortura o simplemente por traición, marcaron y delataron  a antiguos compañeros de militancia, que los militares «chuparon».”
           
Conclusión: Lamentable saldo.
          

Juan E. Olmedo Alba Posse
Mayo de 2011
        

sábado, 21 de mayo de 2011

Aviso


              
ALGUIEN TIENE QUE DECIR LA VERDAD
          
LEA Y DIFUNDA CABILDO

POR LA NACIÓN CONTRA EL CAOS
          

lunes, 16 de mayo de 2011

Al que le pica, que se rasque

ADIESTRAMIENTO DEMOCRÁTICO PARA NIÑOS
            
                 
El 12 de mayo pasado, por orden del Ministerio de Educación de Santa Fe, en las escuelas de gestión pública y privada de toda la latitud de la provincia y en el marco de la «capacitación sobre el sistema electoral de boleta única» —mecanismo éste al que estarán sujetas las elecciones provinciales del próximo 22— se desenvolvió un simulacro de acto electoral, preparado durante los diez o quince días previos, en el que los niños de todos los cursos eran inducidos a esa polarización nerviosa de las campañas políticas que les dan a los asuntos humanos, a la sociedad del confort, un aire como de campo magnético. La excusa fue instruir, a través de los niños, a sus mayores y maestros sobre el novedoso modo de votar, que permite apostar (en el hipódromo en que devino nuestra regular contienda política, que pone en boca de los analistas alegorías tales como “la recta final”, a propósito de los días previos a los comicios) a gobernador por un partido, a senador por otro y a diputado por otro más, no que a intendentes y a concejales la misma libre opción.

No faltó en muchos maestros, para que el cretinismo no se universalizara tanto, el hastío y el malestar por el experimento. No todos se resignaron tranquilamente a lo que consideraban, con llano buen sentido, como “una estupidez”. Pero la exigencia hubieron de acatarla, como cuadra en todos los sistemas con vocación totalitaria, a trueque de hacerse reos de delito y pasibles de penas severas, hambre inclusa.

El desatino de la propuesta corre parejo con otras ofertas contemporáneas, tales como cursos de inglés para bebés, o bien simposios de filosofía para niños, a los que los concursantes son llamados a acudir munidos de lápices de colores. En las escuelas secundarias el juego de la democracia se reguló por la postulación de próceres o figuras eminentes de nuestra historia posterior a la Independencia, postulación hecha de consuno por una fracción del curso, que impulsaba a “su” candidato contra las pretensiones de otro sector, que por otra figura abogaba, y todos los chicos de todos los cursos votaban. En el entrevero pugnaban por un mismo cargo hombres extemporáneos el uno para el otro, como podrían serlo Belgrano y Sáenz Peña, o incluso integraban un mismo partido, en distintos cargos, aquellos que jamás podrían coasociarse, como Saavedra y Castelli. Y no se escatimaron jingles para apuntalar una plataforma, sabedores —como los viejos fundadores de la democracia— que Peithó, la diosa persuasión, es ante todo rica en mañas.

Puede colegirse, sin que por eso la molleja se extenúe por mucho trajinar, que, incapaz de juicio histórico alguno, la estudiantina se limitó a exhibir nombre y retrato de su candidato sin ofrecer apenas nada más. Un rostro en un cartel, un nombre eufónico: el decoroso plus, ¿podrían aprenderlo acaso de sus docentes? Pus, sólo pus irían a destilar, sin quererlo, cuando les tocara reflejar en su mascarada los usos más extendidos de la política de los adultos. Porque ahí sí que aparecieron, verdaderos protagonistas de las reñidas tramas electorales, del todo congruentes con la práctica al uso, el soborno, el chantaje, la rapiña, y se supo de chicos que procuraban comprometer el voto de sus compañeros —por la sola veleidad de salir victoriosos, por el solo gusto de triunfar sobre sus pares— con la oferta de un chocolatín. En una escuela de una pequeña ciudad de la provincia triunfó el candidato que prometía “entregar a su hermana”: vemos corroborada aquí la tesis del presunto erotismo ínsito en la política, por el que el pueblo contemplaría con los ojos de Pigmalión a sus representantes tiesos en el afiche, en el estrado. Si no acaso una bravata goliárdica que atiza y denuncia, a una, la perruna lascivia que se ha apoderado del medio ambiente social.

En el pueblito de mi residencia, los chicos de diez u once años hacían prometer sin ambages a sus candidatos “comida gratis para todos”, “ropa gratis para todos”, poniendo en evidencia la trágica irresponsabilidad de nuestros hombres públicos al ventilar sus promesas. Y los más parvulitos, incapaces aún de leer y escribir o de interesarse por la feria de prohombres, eran llevados a optar entre el pato Donald o Tribilín, inmutable el mecanismo de suscitar adhesiones fáciles a través de una propaganda prerracional.

La finalidad de la maniobra, vista en su conjunto, no es la de inculcar en los escolares la curiosidad por nuestras figuras históricas, las de feliz como las de nefasta memoria. Ni la de hacer a sus padres más llevadero el enojoso cambio en la metodología eleccionaria, padres que vendrían ahora a aprender absurdamente de sus hijos cómo se debe votar. Antes bien es afirmar la validez de un sistema político inválido, situado ya en el colmo de su esterilidad, amaestrando a los niños para que alcancen a ser buenos sacrificantes en el ritual profano y árido del “cuarto oscuro”, de la urna hambrienta de sufragios y del sellado ocioso de papeletas. Signos todos visibles y tangibles —sin relación alguna con la belleza, que le es de hecho ajena y bien esquiva— de cuál sea el tenor litúrgico de la religión del Hombre, que a ésta remite la democracia.

Los burócratas de la enseñanza, que asumen a la ley 1420 como a nuestra “tradición” educativa (olvidando por ignorancia y levedad el trivium y el quadrivium), deberían alentar la formación de una conciencia histórica en sus educandos, enseñándoles, a fuer de objetivos e imparciales, que la democracia ateniense dejaba sin derecho a voto a los esclavos y practicantes de oficios menores —incluido el comercio—, beneficiándose entonces con el mismo derecho sólo un veinte por ciento de la población. Y tendrían que advertirles que Atenas padeció ciento treinta años el estado de derecho, al fin de los cuales vio rebosante la copa de los vicios públicos y corrompidas hasta el asco todas las funciones civiles. Que el método de los conductores de masas incluyó desde un primer momento la inducción al terror y la invitación a la complicidad silenciosa, y que bajo la capa de la voluntad popular pudieron ejecutarse los designios más ruines y consumarse el atropello de todas las garantías, aplicando venganza contra los representantes de la aristocracia a través de juicios parcialísimos y muertes a traición. A los enemigos, ni justicia. Por eso Platón, atento al peligro de la degradación del hombre por obra de la creciente sedición de los instintos contra el predominio del alma racional, señaló en su República los sucesivos escalones del envilecimiento público, bajando del gobierno de los óptimos a la timocracia (thymós= temple, y especialmente ánimo guerrero, sentido militar del honor), y de ésta a la oligarquía, para desbocar en la democracia, en la que los cargos públicos suelen recaer en los sujetos menos aptos para ejercerlos, y que prepara el terreno al despotismo, última de las fases de la escala descendente. Lección confirmada por Aristóteles que, según es noto, hace de la democracia una corrupción del principio republicano de gobierno.

¡Cuántos son los historiadores sagaces que han vinculado con larga parábola esta llamada “primera revolución democrática”, la de Atenas, y la francesa de 1789, reconociendo en ambas unos mismos horribles motivos rectores detrás de la lisonja con que se encantaba al pueblo, dándole a éste a creer que ejercía algún poder! No son pocos a admitir que el jacobinismo produjo la orgía de sangre más espantosa en toda la historia, sembrando de cadáveres mutilados las calles de París entre espumarajos de júbilo demoníaco y risas espasmódicas de las hienas revolucionarias: ni siquiera los sacrificios humanos a Moloch, ni la inmolación de niños al dios-sol de los incas, emparejan la perversidad de los crímenes que acumuló la causa democrática francesa. Y esto es por la sencilla razón, no más ardua de exponer a los niños que a sus maestros, de que la apostasía es el peor de los delitos, y de que el mundo otrora cristianizado no puede sino degradar precipitadamente desde que decide sacudirse el suave yugo del Evangelio. Corruptio meliora pessima: esto es “encontrar el demonio la casa barrida y arreglada”, y tomar a otros siete peores que él para entrar allí a hacer demora.

Tocqueville, de quien no puede sospecharse la menor simpatía hacia el Antiguo Régimen, escribió hacia 1830 sobre el género de opresión venturo que podía él entrever, y nosotros padecemos a la letra: «busco en vano una expresión que reproduzca y encierre exactamente la idea que me formo; las antiguas palabras de despotismo y tiranía ya no son adecuadas… Veo una inmensa multitud de hombres parecidos y sin privilegios que los distingan, girando incesantemente en busca de pequeños y vulgares placeres, con los que contentan sus almas sin moverse de sus sitios. Cada unos de ellos, apartado de los demás, es ajeno al destino de los otros, a quienes ni siquiera ve… Por encima de todo esto se yergue un inmenso poder tutelar que se hace cargo de proporcionarles sus placeres y de vigilar sus destinos. Es un poder absoluto, detallado, regular, previsor y dulce. Podría asemejarse a la potestad paterna si, como ésta, tuviera por finalidad la preparación de los hombres para la edad viril; sin embargo, este poder no persigue sino el fijarlos irrevocablemente en la infancia… La igualdad democrática ha preparado a los hombres para todo esto: ella los ha predispuesto a soportar todas estas cosas y también, con frecuencia, a considerarlas como un verdadero beneficio… La democracia no quiebra las voluntades, sino que molesta y fatiga, cohíbe, embota y, por fin, logra reducir a cada nación a sentirse una simple majada de animales tímidos e industriosos cuyo pastor es el gobierno».

Nuestro concepto de soberanía popular ya no remite a la célebre teoría de la delegación del poder profesada por teólogos juristas como Suárez y Mariana, entre otros, que hacía descender el poder desde Dios hacia la comunidad humana orgánica, para deponerlo ésta a su vez en la autoridad del monarca. Con todo lo que hubiera de opinable en la tesis, quedaban en ésta a salvo las necesarias gradualidad y participación por las que el todo social era armónicamente integrado en una unidad –al modo un poco en que en la célebre cuarta vía de santo Tomás se explicaba la jerarquía ontológica de los seres como prueba racional de la existencia de Dios. Así se respondía exitosamente y por anticipado a la tentación del despotismo dieciochesco, que se pretendía investido inmediatamente de lo alto, pero también se contestaban las aberraciones de nuestra hora, esas mismas que anulan las necesarias distinciones para aquilatar el espejismo de una autoridad que se presume inherente a la muchedumbre, por intrínseca necesidad. Nuestro concepto de soberanía popular es criminal y sacrílego, se funda en la soberbia y prepara la adoración del hombre; su predicación a los niños apunta a hacer objeto de aborto espiritual a aquellos no tronchados por el aborto quirúrgico.

Vano es hablar de “fraude” en el acto eleccionario, como si se denunciara una irregularidad de suyo ajena al sistema. Lo fraudulento es afirmar la democracia, la probidad del montón, la razón del número. Ante el procurador Pilatos tronó indiscutiblemente la voluntad popular, y el juicio más inicuo de la historia humana fue el fruto de un plebiscito acordado a las mayorías. Esperamos que, no perdida la inocencia tan aprisa, nuestros niños no resulten permeables a la oscura invitación. Ellos, aún no desfigurados por la larga experiencia del pecado y la mentira, pueden lamentarse con las mismas palabras que el poeta puso en sus bocas:  nosotros no lo hubiéramos matado,  y mucho menos puesto en una cruz.

El infante don Flavio
          

sábado, 14 de mayo de 2011

De pluma ajena

Decir que el “Guernica” es una birria es considerado como un crimen imperdonable y afirmar que Picasso, del cubismo para acá, es un cantamañanas te puede acarrear las penas eternas de expulsión del paraíso progresista de la Cultura. Cualquier persona que se atreva a decir que los pintajos del “genio” malagueño los hace cualquiera sin necesidad de haber tenido un mal sueño, es suficiente para ser tachado de por vida de asno, carca y retrógrado. Pero, ¿y si el que Picasso es un fraude, una infinita tomadura de pelo, es él mismo, Don Pablo Ruiz? Es imposible, es una invención de las fuerzas del mal que no saben en qué dar para vilipendiar al maestro. Pero es verdad; he ahí una carta escrita por Picasso a su amigo Papini cuando tomó la decisión heroica de engañar a sus semejantes por un suculento plato de algo más que lentejas. Carta que ha sido celosamente silenciada por los que, de verla divulgada, podían poner en peligro el gran negocio. Pero nunca es tarda y si algunos tomaran nota, nos damos por contentos. La carta que reproducimos ha sido publicada por el diario “El Alcázar” el 7 de agosto de 1981. [Publicado en la Revista “Fuerza Nueva”, septiembre de 1981].
    
              
PICASSO NO ENGAÑÓ;
OTROS LO HACEN POR ÉL
   
   
Este de 1981 es, entre otras cosas, el año del centenario de Picasso. El año también, probablemente, en que su famoso póster, “Guernica” —o como diablos el pintor le hubiese bautizado—, será exhibido tras su recuperación, en la sala de algún museo español. En fin, que se hablará mucho de Picasso. Tal que yo, he creído conveniente darle al propio Pablo una oportunidad de hablar de sí mismo. Así que transcribo directamente y de corrido su carta a Giovanni Papini, más escondida, quizá, que propiamente ignorada, en la cual el famoso pintor… Perdón, léanla ustedes y obtengan sus propias conclusiones. Así se vio y se confesó Pablo Picasso:
     

“Desde el momento en que el arte no es ya el primer alimento que nutre a los mejores, el artista puede ejercer su talento en todos los intentos de nuevas fórmulas, en todos los caprichos de la fantasía, en todos los expedientes de charlatanismo intelectual. En el arte, el pueblo ya no busca consolación y exaltación; sino que los refinados, los ricos, los ociosos, los destiladores de quinta esencia buscan lo nuevo, lo extraño, lo original, lo extravagante, lo escandaloso. Y yo mismo, desde el cubismo y más allá, he contentado a estos maestros y a estos críticos, con todas las cambiantes rarezas que me han pasado por la cabeza, y cuanto menos las comprendían, más me admiraban.
“A fuerza de divertirme con todos estos juegos, con todas esas paparruchas, con todos estos rompecabezas, jeroglíficos y arabescos, me he hecho célebre, y muy rápidamente. Y la celebridad significa para un pintor: ventas, ganancias, fortuna, riqueza. Y hoy, como usted sabe, soy célebre, soy rico. Pero cuando estoy a solas conmigo mismo, no tengo valor de considerarme como un artista en el sentido grande y antiguo de la palabra. Grandes pintores fueron Giotto, el Ticiano, Rembrandt y Goya; yo soy solamente un entretenedor público que ha comprendido a su tiempo y se ha aprovechado lo mejor que ha podido de la imbecilidad, la vanidad, la avidez de sus contemporáneos. La mía es una amarga confesión, más dolorosa de lo que pueda parecer, pero tiene el mérito de ser sincera”.
     
Leído lo cual, yo —antes que se inicie la charanga de los intelectuales confabulados con los políticos— en uno de mis legítimos derechos ruego a las fuerzas decadentes de la cultura, a los mercachifles de la inteligencia y a los voceros de la confusión, que me hagan el soberano favor de meterse donde les quepa sus elevadas interpretaciones artísticas. El arte es exaltación interior y consolación, o no es nada. Lo dijo el Picasso que desde el cubismo para acá renegó de su propia obra. Es su palabra.
     
Los incrédulos pueden confirmar esta transcripción epistolar en el boletín de CIO de Madrid, página 58 (584) del número 142, de 13 de octubre de 1973.
     
Servidor,
     

Emilio García-Merás
      
JUEGO DE INGENIO
        
En esta serie de obras, sólo una de ellas NO ha sido pintada por Picasso.
¿Podría usted adivinar cuál corresponde al pincel de Bartolomé Murillo?
                






Inconvenientes

PROBLEMAS CON BLOGGER

A nuestros lectores y amigos:


Desde hace un par de días estamos experimentando problemas con el sitio web Blogger, que aloja todos los blogs llamados “blogspot”. Estos inconvenientes no guardan relación alguna con nuestro Blog en particular, sino que fue algo general, y parece estar ya en vías de solución.


Sin embargo, como tal vez hayan podido ver en estos días, la entrada correspondiente a don Ángel Salvat desapareció por un tiempo, como así también todos los comentarios hechos desde el martes 10. Se dio el caso de que en tres ocasiones se volvieron a publicar los mismos comentarios, que eran borrados y luego aparecían nuevamente en lista de espera para ser publicados.


Pedimos disculpas si, en alguna ocasión, algún comentario desapareció definitivamente, lo cual no pudimos comprobar ni tenemos posibilidad de cotejar, ya que no hay un listado de “antes” y “después” del problema técnico.


Esta tarde volveremos a postear normalmente, si Dios quiere. Muchas gracias.

miércoles, 11 de mayo de 2011

In memoriam

ÁNGEL CANTOR
        
        
Diversas personas tienen habilidades para el cambio ascendente, entendiendo éste por aquel proceso que, al transformar alguna cosa, crea algo mejor: esas personas transforman la materia y la embellecen, al irla cambiando.

[Del cambio descendente no vale la pena hablar: no citemos a los legisladores o funcionarios de toda índole y ralea, por motivos elementales de salubridad.]

Nuestro querido y siempre tan recordado Miguel Ángel Ferreyra Liendo, en uno de sus últimos sonetos, nos hablaba de su “destino de alfarero”, amasando palabras y entremezclando consonantes, para alumbrar poesía de la más alta.

Esa alfarería le sobró a otro de nuestros muertos queridos. Su especialidad —la de ser una buena persona— la fue complementando con el oficio de cantor y compositor. De dos o tres frases simples, su canto lograba una alabanza a Dios o a Nuestra Señora. Con unas cuerdas gastadas de tanto templar la guitarra, obtenía acordes que se elevaban, como bien dijo en una de sus canciones, “buscando cielo”.

Manejado por él, el instrumento lo era por partida doble: por ser forjador de músicas y por ser el medio que habitualmente elegía para derramar lo que tan abundantemente le salía del corazón. Un ángel guardián con sonrisa de payador le hacía la segunda voz.

“Amo sin cesar la Virgen, mi Patria, mi Dios, la verdad; y en toda la vida yo quiero cantar a Quien trajo al mundo el amor y la paz”. Toda una declaración de principios en medio de su tema “En un solo haz”. Para exponer a continuación su límpida ambición: “Sueño con un cacho'e cielo que he de conquistar”.

Hoy, a tres años de su partida para comparecer ante el Supremo Tribunal de Nuestro Señor, lo recordamos como siempre, casi con la certeza de que Don Ángel Salvat habrá llegado ya a obtener esa porción celeste, cacho'e cielo que se fue forjando nota a nota desde aquí abajo.

Bis ora qui bene cantat, decía el gran Obispo de Hipona. Quién tuviera para eso la inspiración de don Ángel, aquel camarada entrañable cuyo destino ya estaba prefigurado en su nombre.
                
Rafael García de la Sierra
       

martes, 10 de mayo de 2011

Históricas

DE HEREJES
Y CONSPIRADORES
       
     
PREMONICIÓN
  
Decía Marcelino Salaya en 1960: “República, democracia, parlamentarismo, laicismo en la enseñanza, persecución contra curas y frailes, supresión de símbolos religiosos, destitución de funcionarios desafectados, embrutecimiento de las masas en nombre de la cultura, atentados contra la libertad en nombre de la libertad, ansias de dominación y enriquecimiento de los predicadores de la igualdad, y la fraternidad prostituida y reducida a un plebeyismo soez”. ¿Le suena?
  
Y continuaba: “…la misma resistencia a tender los brazos en cruz en actitud penitente para expiar las risas alegres con que hemos venido tomando a chirigota cómodamente las falsedades, las utopías, las bajezas y la saña de los que, sin nada nuevo que ofrecernos para arreglar al mundo, reproducen constantemente los engaños arcaicos que como principios renovadores han utilizado para embaucar a los papanatas de todos los tiempos y todas las latitudes”.
     

          
EL SINDICALISTA HANS
  
Bien, pudimos leer en “La Nación” del 19 de abril del año pasado, los dichos del Sr. Hans Küng, profesor emérito de teología ecuménica de la Universidad de Tubingen, reclamando las oportunidades perdidas por S.S. Benedicto XVI en cuestiones como, por ejemplo, la de la “reconciliación con los pueblos indígenas de América Latina” (tal vez por no apoyar el movimiento impulsado desde Bristol por el Mapuche International Link - MIL). También la de ayudar a los pueblos de África en su lucha contra el SIDA (seguramente por poner su confianza en la prevención del mismo con la prédica de una conducta moral).
  
El Sr. Küng presenta a los obispos seis propuestas explícitamente reformistas, después de aclarar que “no es mi intención desarrollar un programa de reforma”. Una de ellas insinúa de modo casi directo el reemplazo de la autoridad vertical de Pedro por la autoridad horizontal colegiada, olvidando lo que se lee en Juan 21, 27: “Díjole Jesús a Pedro: Apacienta a mis ovejas”. A Pedro, no a un sindicato de trabajadores del clero, pues no podía ser voluntad del Señor trasformar Su Iglesia, Su Cuerpo Místico, en un comité de barrio.
  
Hilaire Belloc definía a la herejía como “la dislocación de alguna construcción completa, que se sostiene por sí misma, mediante la introducción de una negación posterior de alguna de sus partes esenciales”. ¿Cómo se definiría a un teólogo sino con el mote de hereje, si propone la desobediencia de una orden directa de Nuestro Señor Jesucristo?
        

       
LOS CUENTOS DE ANDERSON
  
En el mismo número y página de “La Nación” se reproduce un artículo de Jeff Anderson. Abogado, protestante, quien dice que “no tiene nada contra el Papa”, que “lo admira como teólogo y filósofo”, pero que “no respeto a quien no protege a los niños y no respeto a la estructura vaticana que miente los abusos… etc.”.
  
El Sr. Anderson presentó su denuncia ante el “New York Times”, del clan Rockefeller, entre cuyos componentes hay que recordar al viejo Nelson y sus recomendaciones para que “los católicos de Roma sean sustituidos por otros cristianos”. Es bastante comprensible que el clan Rockefeller no sienta una particular simpatía por Benedicto XVI, en particular teniendo en cuenta que tanto las familias Roosevelt y Rockefeller pertenecen a la secta de Skulls & Bones, fundada en 1832 y de donde salen los integrantes del gobierno y de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos.
  
Llama la atención además, insistimos, que el Sr. Anderson presentara su denuncia ante el “New York Times”. Precisamente, David Rockefeller, miembro sobresaliente del Council on Foreing Relations, que propone la desintegración de los Estados Soberanos, “carcomiéndolos pedazo a pedazo”, según recomendación de Richard Gardner, Embajador en Italia de Jimmy Carter, dijo que “estamos agradecidos al «Washington Post», al «New York Times», a la revista «Time» y otras publicaciones importantes, cuyos directores han acudido a nuestras reuniones y respetado su promesa de discreción durante cuarenta años. Habría sido imposible para nosotros desarrollar nuestro plan para el mundo si hubiéramos sido objeto de escrutinio público durante aquellos años. Pero, el mundo es más sofisticado y está preparado para alcanzar el gobierno mundial. La soberanía supranacional de una élite intelectual y de banqueros mundiales es con toda seguridad preferible a la autodeterminación nacional practicada en siglos pasados”.
  
Por cierto, tampoco esto es nuevo: en 1875 la condesa rusa Helena Petrovna Blavatsky, miembro del Departamento de Ocultismo del MI6, fundó la Sociedad de Teosofía, como parte de un plan que incluía a la Sociedad de Thule, creado por Guido von Liszt, que apoyaba el concepto de un solo gobierno mundial controlado por una hermandad de banqueros.
               

               
BELLAS DECLARACIONES
               
Por otra parte, la técnica de la difamación y del desprestigio tampoco constituye una novedad, y se manifiesta casi siempre en los mismos términos. Al respecto resulta muy interesante el hecho de que la Dra. Bella Dodd, asesora legal del Partido Comunista de los Estados Unidos en la década de 1930/40 comentara a W. Cleon Skousen, agente del FBI, y autor de “The Naked Capitalist” (El Capitalista Desnudo): “Creo que la conspiración comunista es sólo una rama de una conspiración mucho mayor.  Cuando se trataban asuntos vitales que requerían una respuesta urgente y no se podían recibir instrucciones de Moscú, debían comunicarse con una de tres personas en el Waldorf Towers, no rusos ni comunistas, sino capitalistas de grandes fortunas”.
  
En base a su experiencia, enseñanzas recibidas del Profesor Carol Quigley, particularmente en “Tragedia y Esperanza” y datos aportados por la Dra. Skousen escribió también: “Era casi inevitable que los super-ricos aspiraran algún día a controlar no sólo su propia riqueza, sino la del mundo entero. A fin de lograr ese control no tuvieron inconveniente en nutrir las ambiciones de los conspiradores políticos con hambre de poder que se habían comprometido a derrocar a todos los gobiernos existentes para reemplazarlos por una dictadura a escala mundial con lineamientos socialistas”.
        

          
BELLA SE CONFIESA
  
La Dra. Dodd también dijo que “el comunismo era un fraude perpetrado por los banqueros para controlar al hombre común”. Convertida al Catolicismo, reveló que “en 1930 pusimos cien mil hombres en los seminarios para destruir a la Iglesia desde adentro. Destruir la Fe por medio de una pseudo-religión parecida a la verdadera”. También para “convencer a los líderes de la Iglesia a abrirse al mundo y ser más flexibles con otras religiones y filosofías”.
  
Con razón Mons. Fulton Sheen, Arzobispo de Nueva York en esos tiempos, comentó que, “con el disfraz de exiliados de los países comunistas, actuando al servicio del Kominform estos falsos sacerdotes han aprendido a decir misa y son capaces de sostener discusiones teológicas a nivel elevado”.
  
En fin, nada de lo dicho constituye ninguna novedad. “Si el mundo os odia, sabed que me han odiado a Mí antes que a vosotros” (San Juan, 15, 18). De tal manera que es lógico que los empeñados en el dominio material del mundo vean en la Religión Católica su mayor enemigo, y procuren su destrucción como paso fundamental para la destrucción de los Estados Soberanos fundados en raíces católicas.
  
Conviene no olvidar los versos del Tcnl. D. Antonio Da Rocha:
  

“Gaucho de la Historia,
Gaucho de la Gesta,
perdura, no mueras,
porque si lo haces,
tus hijos vagarán sin rumbo,
perdida la huella
en la noche oscura,
en la tierra tuya
que será extranjera”.
  
Luis Antonio Leyro