sábado, 24 de julio de 2010

Poesía que promete

ESPAÑA

España que hace las grandes
cosas como las pequeñas,
habitual de la hazaña
familiar de la proeza
para quien la vida es algo
que se da, no que se presta…

España, bastión de Europa
en ocho siglos de guerra
contra la oriental barbarie
España del Cid, severa
polvo, hierro, sangre… España
la grande, España, la buena.

Sobria España, España casta,
iluminada y ascética
realizadora de ensueños
y soñadora de gestas
España que significa
en la Historia la Epopeya.

España, madre de Mundos,
descubridora de estrellas…
España, tierra de Dios,
España, sal de la Tierra.
España de ayer, España
de mañana. España eterna…

¡Arriba España, la Grande!
¡Arriba España, la Buena!

Manuel Machado



RESPUESTA A MANUEL MACHADO

Querido Manuel Machado,
retoño de España enhiesta:
la España que tú has amado,
la de la Cruz y la Fiesta,
la España que ayer paría
Santos, hidalgos, poetas,
se ha transformado hoy en día
en corrupción del planeta
(dice el adagio latino:
“corruptio optima pessima”).

Querido Manuel Machado,
España la Grande y Buena,
a la que tanto has cantado,
la de Primo de Rivera,
misionera y militar,
labradora y marinera,
capaz de hacerse a la mar
y descubrir nueva tierra
para bautizarla en Cristo,
hoy ya no la conocieras.

Querido Manuel Machado,
Una, Grande y Libre era
la España que te ha inspirado
mil sonetos y poemas.
Pide, Manuel, por tu Patria,
para que el cielo intervenga:
hacen falta Covadongas,
que Santiago Apóstol venga…
¡y que el Patrono de España
vuelva a hacerla Grande y Buena!

Rafael García de la Sierra

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Es necesario limpiar España como limpiar la Argentina!

¡Vivan don Juan Manuel y don Francisco!

Anónimo dijo...

“La crucifixión pertenece a la Nación. Mirad bien. Es así. Pertenece íntegramente al género humano. Pertenece a las luchas, a las victorias, a todos aquellos que sirven a la verdad, con o sin la espada. Pero todavía pertenece más a un pueblo que lucha por la justicia y marcha por conquistar su sitio, por conquistar sus confines geográficos y la elevación espiritual.

De este conocimiento ha empezado la lucha de la España auténtica; de la perfecta comprensión de eso comenzó la guerra para colocar la Cruz en el corazón del país. Y en la Cruz han ido a extenderse dos brazos inmensos, para que al descenso de la cruz siguiera la Resurrección. Solo así el pueblo español podía redimirse: con la crucifixión. Solo así podía purificarse. Solo así pudo continuar existiendo. De otro modo España hubiera perecido.

La construcción divina continúa.

Recordad todas las palabras del Apóstol: Pues nunca entre vosotros me precié de saber otra cosa que a Jesucristo, y Éste Crucificado.

Después de la crucifixión del Redentor se nos han mostrado muchas cosas, así como Él hoy se hace presente con todas sus obras.”


Bănică Dobre

Atte.,
Martiño