sábado, 1 de marzo de 2008

Pastor Angelicus (I)

PÍO XII,
EL PAPA SANTO

El 9 de noviembre de 1958, un mes después de la muerte del Papa Pacelli en Castel Gandolfo, Sor Pascalina Lehnert, aquella religiosa que fue asistente del Papa Pío XII hasta su muerte, escribió una carta al Padre Pío de Pietrelcina (hoy San Pío de Pietrelcina). Consciente del gran afecto que el difunto pontífice guardaba hacia el fraile de los estigmas, afecto que era recíproco, Sor Pascalina quiso relatar al Padre Pío los pormenores relativos a los últimos días del Papa, que fueron de una lenta y dolorosa agonía. Con motivo de esta carta, la religiosa alemana aprovechó para pedirle al Padre Domingo de Milwaukee, que ayudaba al Padre Pío con la correspondencia, que le dijera si el Padre Pío había “visto” algo en relación con el destino último del alma del Papa.

Unos días después, el Padre Domingo respondió en nombre del Padre Pío con una carta manuscrita de su puño y letra. En ella, el fraile agradecía a Sor Pascalina su relato de la muerte del Papa. Y añadía: “ayer por la tarde, cerca de las siete menos cuarto, fui a su habitación [la del Padre Pío]. No sé por qué, pero siempre me recibe con particular amabilidad… Entonces le conté todo lo que usted me había comunicado: la piadosa muerte del Santo Padre, lo del Magnificat [al morir el Papa, los presentes en la habitación habían recitado espontáneamente el conocido himno mariano] y también la convicción de usted y de otros de que ya está contemplando a Dios. El Padre Pío escuchaba todo maravillado”. A renglón seguido, el Padre Domingo explicaba cómo se las había arreglado para interrogar al santo capuchino sobre el alma del Papa: “Formulé la pregunta de esta manera: Sor Pascalina pregunta qué piensa el Padre Pío. Con el rostro casi transfigurado me contestó: «Está en el Paraíso. Lo he visto en la Santa Misa». No me fié de mis oídos y repetí: «¿Que lo ha visto en el Paraíso?» «Sí», me respondió con una sonrisa casi celestial”.

Después de esta revelación, terminaba la carta: “Querida Madre Pascalina, estamos todos convencidos de que el Santo Padre es un Santo. Estas palabras del Padre Pío son una confirmación gozosa y llena de consuelo. Cómo me alegro de poder comunicarle todo esto... Querría mencionar una cosa más: el día de la muerte [del Papa], Padre Pío recibió la noticia justo antes de celebrar la Santa Misa. Como todo padre celebra al menos una Misa por un Papa difunto, pudo decir la Misa por él inmediatamente. Tal vez ya vio entonces al Santo Padre en la Gloria. Lloró durante toda la Misa”.

Este testimonio ha permanecido oculto durante casi cincuenta años y sale a la luz ahora que el proceso de beatificación de Pío XII ha recibido un nuevo impulso: el pasado 8 de mayo, la reunión ordinaria de Cardenales y Obispos miembros de la Congregación para las Causas de los Santos votó unánimemente a favor de la proclamación de las virtudes heroicas del siervo de Dios Eugenio Pacelli. La promulgación del decreto está ahora en manos del Papa Benedicto XVI, en el año que se cumple el medio siglo de la muerte del Papa Pío XII.

Nota: Estas líneas han sido tomadas de un posteo que se puede visitar en: http://blogs.periodistadigital.com/btbf/trackback.php/113135

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