lunes, 11 de febrero de 2008

Mater immaculata


NUESTRA SEÑORA
DE LOURDES

E
l 11 de febrero, día en que por primera vez, durante el año 1858, se le apareció la Virgen Santísima a Bernardita en la gruta de Lourdes, se celebra esta festividad mariana, asociada a la gracia de la recuperación de la salud.

Teólogos y sabios eminentes, tanto como sencillísimas almas, estudiaron o dieron testimonio de aquellos milagros. Y la voz de María —por sobre todas las otras— clamaba conversión y penitencia, a la par que extendía su gracia misericordiosa.

Lourdes se convirtió así —como lo ha escrito Francis Jammes— en “la montaña suspendida encima del paisaje”, sobre la cual “se diría que un ángel la sostiene con sus manos, como una larga guirnalda hecha de flores de espliego, de rosa blanca y de azucena”.

Necesitada como está la Patria de recuperar su salud, y necesitados los enfermos y los dolientes de esta tierra, de una mano regeneradora y sanante, nos unimos a las Letanías de Bernardita, que bellamente supo enhebrar Paul Claudel:

Santa Bernardita,
ruega, ruega por nosotros.
Limpia pastorcita,
ruega por nosotros.

Niña de corazón suave.
Gota de agua del Gave.
Ojo intrépido y puro,
ruega, ruega por nosotros.

Servidora del Azul,
abridora de un manantial.
Perfecta en la pobreza
y en la regularidad,
ruega, ruega por nosotros.

Para contemplar siempre
a la Madre del Amor,
de rodillas decimos:
Bernardita Soubirous,
ruega, ruega por nosotros.

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