viernes, 14 de diciembre de 2007

De pluma ajena


B´NAI BRITH Y LOS BACHES DE LA JUSTICIA ARGENTINA

Este jueves 13 de diciembre al atardecer fue condecorado el Dr. Carlos Rozanski con el premio de DDHH por su “meritoria labor en la promoción y defensa de los derechos humanos”: en el Salón Auditorio “Jorge Luis Borges” de la Biblioteca Nacional, Agüero 2502. En el acto Rozanski fue alabado por haber sido el ejecutor de la condena a reclusión perpetua del R.P. Christian von Wernich, siendo el primer caso de un juez argentino es condecorado por el pronunciamiento de una sentencia. Rozanski presidió el Tribunal I de La Plata que juzgó y condenó al ex comisario Miguel Etchecolatz y al citado capellán “por sus responsabilidades en el “genocidio” que se le atribuye a la última “dictadura militar argentina”.



Fundada en 1843, B’nai B’rith Internacional es reconocida universalmente como una de las más grandes y antiguas organizaciones judías “humanitarias, de acción social y derechos humanos. Fuente constante de innovación y beneficencia para las poblaciones de todo el mundo, B’nai B’rith es defensor incansable del Estado de Israel y de la judería mundial con una gran variedad de áreas políticas y gubernamentales. Con más de 180.000 miembros y afíliados en más de 50 países, “B’nai B’rith realmente abarca el globo en su esfuerzo por hacer que las comunidades judías sean mejores para todos sus habitantes”.

B´nai B´rith, considerada por muchos como la más operativa asamblea judía, se define a sí misma como una “organización comprometida con la seguridad y continuidad del Pueblo Judío y el Estado de Israel. Ahora decidida “defensora de los derechos humanos” [no de los palestinos], definen sus estatutos que “combate el racismo, el antisemitismo y la ignorancia” y presta “servicios a la comunidad bajo los más amplios principios de la humanidad”. Su misión es unir a los judíos y realzar su identidad a través del fortalecimiento de la vida familiar y la educación de la juventud, de servicios para la tercera edad y la defensa de los judíos en todo el mundo.


La política norteamericana de expansionismo económico-territorial

En una de sus acepciones, el término establishment se traduce como un conjunto de personas unidas por un propósito u objetivo común. Más explícitamente, con la expresión Eastern Establishment se designa al entramado plutocrático del Big Banking y del Big Business que domina la vida económica, política y social de los Estados Unidos. Porque no se difunde públicamente que ciudadanos americanos de origen judío fueron los precursores de la patriótica y planificada anexión de Texas a la Unión, en 1827.
El Gobierno español dio las primeras concesiones a Moshe Austein (Moisés Austin) en 1821, y, a la muerte de éste, el Gobierno mexicano se las ratificó a su hijo Esteban “Steve” Austin. Éste, “martillero” como su padre, se dedicaban al negocio de los condominios, las concesiones de arriendos, y el loteo de propiedades rurales inmobiliarias en territorio mexicano, haciéndose varias veces millonarias gracias a sus dudosas actividades. Los colonos del Norte se asentaron gracias a la venalidad de los gobernantes de turno en México, quienes vendían concesiones a largo plazo para el asentamiento de extranjeros limítrofes, sin limitación legal alguna.

Cuando los sucesivos gobernantes de México se dieron cuenta de los actos de corrupción de sus antecesores en el sillón del Poder Ejecutivo ya era tarde. Las concesiones, obtenidas por los sobornos dispensados a los corruptos de turno, a precio vil para las arcas de México, devinieron en un aluvión de inmigrantes norteamericanos. Muchos, fallidos comerciantes o agricultores que escapaban de la prisión por deudas, una cantidad de asesinos o aventureros que se ponían del otro lado de la frontera por diversos motivos; pero la masa de los nuevos pobladores concurría con sus familias a consecuencias de la depresión económica que afectó a los EEUU entre 1819 y 1821.

México –debilitado y resignado por la pérdida de América Central en 1823- intentó poner restricciones en atención al peligro del expansionismo estadounidense que acechaba desde el Norte, pero éstas no fueron eficaces. Ni los colonos ni los gobiernos nacionales o del Estado de Texas se encargaban de observarlas. Del mismo modo, se continuaba fomentando la irrefrenable colonización mediante las facilísimas condiciones económicas que se les pusieron a los intermediarios Esteban Austin y Samuel Houston, negociantes de mucho fuste, con el suficiente poder económico como para poder lanzar contramedidas contra la presión fiscal, mediante sus relaciones con políticos y jueces. De esta forma, los colonos se establecieron en zonas prohibidas –costa y frontera-, no eran católicos y no se regían por las leyes mexicanas, sino por las de su país, en tanto y en cuanto les fueran convenientes, unas u otras.

Así fue como se originó el “casus belli” que culminó en la leyenda de El Álamo. El incidente comenzó cuando los pobladores norteamericanos del pueblo, se negaron a restituir un cañón olvidado por el Ejército Mexicano, a una patrulla que –pacíficamente- se lo solicitó al Intendente del caserío. Lejos de acceder, los habitantes de González atacaron por sorpresa a los comisionados, matando a dos pobres milicianos rancheros. Allí enarbolaron una curiosa bandera, con un cañón estampado en negro sobre fondo blanco, y la leyenda “Get for it” (vengan por él), en claro desafío a la autoridad legal.

Una serie de victorias, especialmente la de la misión franciscana contigua a Béxar, el fuerte de “El Álamo”. Esta misión tomó su denominación histórica por casualidad. Un Tercio español denominado con el nombre de otro sitio (donde plantó bandera), que había ocupado la Guarnición treinta años antes. Ahora, el fuerte de adobe y piedra estaba defendido por 190 milicianos “voluntarios” de los Estados de la Unión Norteamericana, bajo el mando accidental de un Capitán de Caballería de Milicias, ahora Teniente Coronel “Graduado”, John Travis, un abogado de 26 años, inmigrante ilegal, como la mayoría de los defensores. Es una leyenda romántica que, entre los que concurrieron voluntariamente a sostener el baluarte de “El Álamo”, se encontraban el famoso James “Jim” Bowie, Coronel de Milicias, aventurero, pendenciero y famoso estafador de Kentucky, así como el no menos famoso ex Senador, Congresista por Illinois, David “Davy” Crockett.

A pesar de la desesperante situación de la guarnición, el ejército de Huston no concurrió a defender El Álamo y dejó que los mejicanos de Santanna masacraran a la población. Entonces, y siendo ya pública la historia de las matanzas entre la población de EEUU, el ahora presidente de la Texas independiente, Samuel Houston, ya con una nueva Constitución en el bolsillo, salió a aplastar a las tropas mexicanas con el apoyo de millares de nuevos milicianos y tropas regulares de la Unión, declarándose Texas estado independiente, que casi inmediatamente se federó a los Estados Unidos.

De un modo similar las colonias norteamericanas se expandieron hacia el pacífico a partir de entonces apoderándose de California, y a su paso los ahora estados de Nevada, Nuevo Méjico, y Oregon, tras vencer catastróficamente a los mejicanos en la Guerra de 1847… tres años después de la fundación de la B`nai B`rith, que originalmente se sustentó en la explotación del negocio del oro mejicano y el transporte marítimo entre ambas costas norteamericanas para el intercambio de bienes.

Ciertamente contribuyó al meteórico crecimiento de los EEUU en las primeras décadas del Siglo XIX, mediante la rápida adaptación y perfeccionamiento de los procedimientos tecnológicos emergentes de la Revolución Industrial, sin limitación alguna impuesta a la investigación por razones religiosas; la política de expansión territorial hacia el Oeste, con el desplazamiento forzoso de los indígenas, (y de ningún modo con la integración a esa raza, a diferencia de sus vecinos hispánicos) y su clara aspiración a desarrollar su civilización hasta el Océano Pacífico, plasmada en la doctrina del “Destino Manifiesto”, que era el credo norteamericano en esos días; mediante el respaldo de su política nacional con el apoyo irrestricto al desarrollo de un ejército competente para sustentar los objetivos nacionales. La integración total y entusiasta al proyecto de Nación.

Los espacios vacíos dejados por la desidia del pueblo mexicano, su falta de voluntad de trabajo, y las restricciones impuestas por su propia pobreza, fueron ocupados —en consecuencia— por los colonos norteamericanos.

Y cuento todo esto no simplemente a manera de anécdota histórica, como se verá a continuación.


Historia de una logia internacional


La logia B´nai B´rith es una organización paralela a la masonería regular cuya afiliación está exclusivamente reservada a los ciudadanos de origen judío. Fue fundada cuando todavía no existía el sionismo como movimiento político, ya que el origen de los grandes capitales estadounidenses recién se sitúa en la Guerra de Secesión de 1861-65, con la confrontación entre la economía comercial e industrial del Norte y el viejo modelo latifundista y agrícola del Sur.
El balance de aquella guerra, tan trágico para muchos como rentable para unos pocos, ofrece por tal motivo dos caras bien distintas. En una de ellas aparecen sus 600.000 víctimas y las cuantiosas pérdidas materiales causadas por la contienda. Y en la otra figura el gran desarrollo industrial que el esfuerzo bélico proporcionó a la zona Norte, así como el espectacular enriquecimiento que de ello se derivó para los especuladores y los proveedores del ejército. La transformación económica operada por el conflicto permitió la acumulación de enormes fortunas y dio paso al ulterior proceso de concentración mercantil e industrial en beneficio de los grandes trusts económicos.

El curso iniciado con la guerra de Secesión, durante la cual se gestaron los primeros imperios económicos (Vanderbilt, Carnegie, Morgan, Rockefeller), daría paso a la concentración monopolística que comenzó a desarrollarse a partir de aquel evento. Desde entonces cada nueva contienda bélica supondría un reforzamiento de esa dinámica. Así, la guerra hispano-norteamericana de 1898 abrió el camino a los oligopolios azucareros. A ésta le seguiría la 1ª Guerra Mundial, que consolidó la concentración de la industria pesada y consagró el ascenso de otros dos imperios económicos: el de la dinastía Pont de Nemours, de Detroit (Unites States Rubber, General Motors, National Bank of Detroit), y el del clan financiero Mellon, de Pittsburg (Aluminium Co. of America, Westinghouse, Mellon Bank).

De entre las grandes fortunas amasadas a partir de la guerra civil norteamericana, cuatro nombres sobresalen en especial: Cornelius Vanderbilt, Andrew Carnegie, John Morgan y John Davison Rockefeller. El primer apellido prácticamente ha desaparecido del concierto plutocrático mundial y de las altas esferas de influencia política. Los dos últimos, por el contrario, se sitúan actualmente en su vértice más elevado. El hecho de que los Morgan y los Rockefeller ligaran el destino de sus grandes empresas a un potente complejo bancario habría de jugar, sin duda, un papel fundamental en su proyección futura.

Cornelius Vanderbilt era ya un próspero empresario en los comienzos de la guerra. También era, y con diferencia, el de más edad, 65 años, ya que el mayor de sus tres concurrentes no sobrepasaba la treintena. Las concepciones empresariales de Vanderbilt y su forma de gestionar los negocios estaban, por ello, más próximas a los viejos métodos que a las técnicas que demandaba el capitalismo avanzado. Tampoco en esto se asemejaba a los otros tres. Su imperio económico se articulaba en torno a varias compañías navieras subvencionadas por el Estado. Durante la guerra de Secesión, el "comodoro" Vanderbilt registró enormes beneficios proporcionando al Gobierno nordista la flota de guerra destinada a la toma de Nueva Orleans. Otro sector en el que desarrolló una notable actividad fue el del tendido ferroviario.

La escalada de Andrew Carnegie se fraguó a partir de su cargo como secretario del director de Transportes del Ministerio de la Guerra. Valiéndose de su ventajosa posición, este ambicioso inmigrante escocés montó una factoría de raíles a través de la cual suministraba al Departamento de Transportes todos los pedidos efectuados por éste. Los ingentes beneficios así obtenidos constituyeron la base de la futura Carnegie Steel Co.de New Jersey, uno de los más potentes complejos industriales estadounidenses hasta principios del siglo XX, en que pasaría a la órbita del grupo J.P.Morgan.

Pero vayamos ya con los dos grandes de aquel cuarteto. John Morgan era hijo de un inmigrante inglés asociado a la banca británica Peabody & Co, cuyos negocios estaban estrechamente vinculados a los intereses nordistas. Su primera operación comercial, realizada precisamente a través de dicha entidad bancaria, consistió en suministrar cinco mil fusiles anticuados al ejército del Norte, embolsándose en la transacción la nada despreciable suma de 92.500 dólares, una fortuna por aquel entonces. Los sustanciosos beneficios obtenidos durante la guerra constituyeron el punto de partida de su futuro imperio económico. En 1901 fundó la United States Steel Corp., que con el tiempo se convertiría en uno de los mayores trusts acereros del mundo, y en 1903 creó, mediante la fusión de varias empresas navieras, otro gigante comercial, la International Mercantile Marine Co. Tras su muerte, acaecida en 1913, fue su heredero, J. P. Morgan junior, quien consolidó el poderío del trust, dotándole de una potente institución financiera, la Banca Morgan and Co.

Actualmente esta entidad internacional tiene su sede central en Washington (1640 Rhode Island Avenue, NW), justo al lado de la Casa Blanca, proximidad que no es solamente física. Actualmente cuenta con algo más de 600.000 afiliados distribuidos por 47 países del globo, y en su cúspide se aglutina lo más selecto de la oligarquía judía mundial.

Al igual que la masonería regular, la actual B´naï B´rith se presenta como una organización filosófica y filantrópica dedicada a la consecución de los consabidos enunciados humanistas, y también al igual que la primera su labor fundamental se desarrolla en el campo de la influencia política y social. El hecho de que esta logia haya sido desde su creación el más eficiente puntal del movimiento sionista constituye una buena muestra de esa actividad.

La pertenencia a la logia B´nai B´rith no excluye el que sus miembros militen simultáneamente en otras logias masónicas, cosa frecuente por lo demás. De hecho, son numerosos los casos de miembros de dicha logia que han ostentado el grado de Gran Maestre en otras logias americanas o europeas adscritas al rito escocés. Sin embargo, la doble militancia en sentido contrario no es posible. Bien puede decirse por tanto que la logia B´nai B´rith constituye una Orden específica dentro de la masonería regular.

Algo parecido podría afirmarse en lo concerniente a los diversos organismos plutocrático-oligárquicos descritos a lo largo de estas páginas, y en el seno de los cuales los jerarcas de la B´nai B´rith forman un grupo particular. De tal modo que la influencia de la oligarquía judía en la vida pública no se articula exclusivamente a través de las estructuras específicas de dicha logia, sino también por medio de otros organismos que, como el CFR, cuentan entre sus filas con numerosos miembros adscritos a la misma. Son las pequeñas ventajas que proporciona el hecho de estar en varios sitios a la vez.

La B´nai B´rith International cuenta con varias sociedades filiales, así como con una pléyade de organizaciones afines que se mueven en su órbita. Entre las primeras figuran las sociedades, que controla la logia:

1. The Career and Counseling Services, que sitúa a sus miembros en organizaciones clave de los países donde está enquistada la organización;
2. The Klutznick Museum, responsable del mantenimiento de los archivos de la logia:
3. The Hillels Foundations, dirigida a los medios estudiantiles,
4. La organización juvenil B´nai B´rith, enfocada al campo cultural,
5. La B´nai B´rith femenina, que agrupa a las mujeres afiliadas a la Orden, y
6. La Liga Antidifamatoria Judía, cuyo cometido oficial es la lucha contra el antisemitismo, aunque el real sea la lucha contra el antisionismo, lo que es algo muy distinto, como no pocos sionistas antisemitas deben saber muy bien. Y esto último no ha sido escrito a la ligera, sino con pleno conocimiento de una realidad sobradamente avalada por los hechos, y
7. El famoso Consejo Judío Mundial.


Conclusiones

No es imaginaria la amenaza de balcanización de Latinoamérica progresista. Chávez tiene —como se dijo en esta tribuna en algún otro informe— claras políticas expansionistas que están en conflicto con los intereses de otros países antagónicos de la región. Y las FARC no son ajenas a ese proyecto ya que también se ha informado que la provisión del apoyo logístico de aquella banda de criminales es soportada por el mismo presidente venezolano. El Comandante Ortega, desde Nicaragua, se solidarizó con el proyecto bolivariano desafiando a también a Colombia, mientras que los ejércitos de Perú, Brasil y Chile estudian seriamente qué papel les corresponde asumir ante la hipótesis de conflicto que obviamente producirá la inminente escisión de una descontrolada Bolivia revolucionaria, cocalera e indigenista.

Sucede todo esto en este sector del mundo mientras el gobierno argentino mantiene su letargo, sus fuerzas armadas desactivadas, una política exterior sumamente frágil e improvisada y su caprichosa alianza contra el tirano de Venezuela.

Como pieza fundamental de este difícil engranaje oxidado a sabiendas, es funcional la política de “derechos humanos” que sostiene —profundizándola— la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Y allí aparece la figura de los jueces complacientes, como el Dr Carlos Rozanski, galardonado por la B’nai B’rith Internacional, el juez —no católico ni consustanciado con los valores de la nacionalidad argentina— que dictó sentencia contra Etchecolatz y Von Wernich condenando con el martillo de la injusticia más atroz —de espaldas al blasfemado Crucifijo que no simbolizaba nada en la sala de audiencias donde la horda se manifestaba entusiastamente por el linchamiento— sino que simplemente “decoraba” desfachatadamente su Tribunal patibulario.

Rigurosamente planificados, los “juicios de la verdad” son el abismo por donde se irán por el retrete las causas morales que sostuvieron los Soldados que combatieron al terrorismo que —justamente— planeaba la atomización de la Argentina en los años `70.

En todo caso —al menos— es la primera vez en la historia en la cual un juez es condecorado por la parte vencedora en un litigio. Y no le reprocho en modo alguno su judaísmo —porque lejos estamos de juzgar ligeramente a su credo— sino la axiomática carencia de escrúpulos morales y de ecuanimidad que lo inhabilitarían para ejercer la magistratura. De los hechos —hoy manifiestamente probados— se infiere la nulidad de todo lo actuado al quedar en evidencia el cohecho que se ejerció sobre el mismo y su participación al aceptar tan deleznable papel.

¿Acaso este no es el prevaricato más desfachatado jamás visto en los anales de la Justicia?

Carlos Marcelo Shäferstein

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