domingo, 30 de diciembre de 2007

Como Dios manda

ESPAÑA EN LA CALLE

“Saludo a los participantes en el Encuentro de las Familias, que se está llevando a cabo este domingo en Madrid”.

Al mediodía, por medio de una videoconferencia y con pantalla gigante, el Papa se hizo presente en la manifestación que se llevó a cabo hoy en Madrid.

Entre un millón y medio y dos millones de personas ovacionaron esas palabras. Desde la Plaza de San Pedro de Roma a la plaza de Colón de Madrid el Jefe de los cuarenta Obispos que estaban allí dejó su mensaje: “vale la pena trabajar por la familia y el matrimonio … los padres tienen la obligación fundamental de educar sus hijos en la fe … La familia, fundada en el matrimonio, comunión indisoluble del hombre y la mujer, constituye el ámbito en que la vida del hombre está protegida … ¡Muchas gracias y felices fiestas!”

Concluido el acto, tras la bendición, el Cardenal Rouco Varela, cerró la jornada con un “¡Feliz día de la familia cristiana de España!”

Nos hubiera gustado más, claro, un feliz día de la familia católica de España”, o mensajes menos comprometidos con el Régimen por parte de algunos Obispos, pero se compensa con la riada magnífica de buena gente que se lanzó a la calle contra las políticas de un personajillo de aire zumbón y zurrable.

No importa. Pasaron Judas, Diocleciano, Arrio, Lutero, Voltarie y Stalin, y pasará también el Zaparrastroso. La Virgen de la Almudena y el Cristo del Camino seguirán demostrando que España es la trinchera de Cristo y de María cuando del Zopilote no quede ni el recuerdo.

Una mínima duda antes de terminar. Si en tiempos de Cruzada Machado el malo se exaltaba ante concentraciones mínimas que se llevaban a cabo en aquel Madrid que se había transformado en Madridgrado… ¿no sería fuerza reconocer que ahora —mucho más justamente, y tras esta manifestación de la familia— Madrid ha sido, por fin, “rompeolas de todas las Españas”?

Una vez más, hemos pasado. ¡Arriba España!

sábado, 29 de diciembre de 2007

Del Ejército Revolucionario del Pueblo al Juzgado


OBITUARIO DE UN JUEZ DE CÁMARA ARGENTINO


En los últimos días del 2005 falleció el Juez de Cámara Dr. Martín Marcos Federico, integrante del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1. El hecho motivó un sentido obituario del Dr. Manuel Gaggero, en el que brinda una precisa semblanza del tipo de justicia que pueden recibir algunos argentinos de parte de jueces como el fallecido y de otros similares que ocupan hoy los estrados tribunalicios.

Especial atención han de poner al respecto los miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, encarcelados y perseguidos por el actual Gobierno, e incluso los simples ciudadanos que puedan ser sometidos a la justicia kirchnerista. Al igual que tantos otros temas capitales, éste de la justicia como instrumento de la persecución terrorista, no es abordado por ningún medio. Las palabras del antiguo erpiano Dr. Gaggero, que a continuación transcribimos fragmentariamente, fueron publicadas en la revista digital “La Fogata”, continua apologista del terrorismo marxista, la primera semana de enero de 2006.

Morir en Buenos Aires

“Cordobés de cuna y de corazón, a Martín Federico lo sorprendió la muerte en las puertas de su despacho de juez el pasado 21 de diciembre. Militante del peronismo revolucionario de la década del ’60. Su padre había sido intendente de Córdoba hasta el golpe militar del 16 de septiembre de 1955. Amigo y abogado del «Gringo» Tosco y del «Negro» Atilio López interviene activamente en la gestación del «Cordobazo», aquella insurrección popular que el 29 de mayo de 1969 enterró las pretensiones de perpetuarse en el poder del dictador Onganía. Abogado de los sindicatos «clasistas» de Fiat y Materfer —Sitram, Sitrac— era respetado por todas las organizaciones peronistas y de izquierda. Detenido y puesto a disposición del Poder Ejecutivo, fue trasladado a Rawson y juzgado por tribunales militares absolutamente ilegales. Autor de un chamamé que recrea la ficción de un correntino que llega a Cuba y se encuentra con Fidel; era una persona querible, dicharachera y divertida.

“A finales de los ’60 nos encontramos en algunas reuniones de las tendencias que se asumían como peronistas revolucionarias. Nos hicimos íntimos luego del 25 de mayo de 1973 y coincidimos en nuestra mirada crítica al gobierno del «segundo peronismo». Su paso por la Universidad de Córdoba como decano de la Escuela de Trabajo Social es aún recordado por quienes tuvieron el privilegio de ser sus alumnos y alumnas.

“Cuando terminaba 1973 participamos de la dirección del Frente Revolucionario Peronista que lideraba Armando Jaime y en representación de éste integramos el Frente Antiimperialista y por el Socialismo que impulsaba el Partido Revolucionario de los Trabajadores. La tensión generada por la «derechización» del gobierno; las acciones de la Triple A, el golpe policial contra el gobierno de Obregón Cano, junto con el asesinato de Atilio López y Alfredo Curuchet, hicieron que decidiéramos en diferentes momentos, pero casi contemporáneamente, ingresar al PRT-ERP, donde nos miraban como «bichos raros» por nuestro origen peronista. Sufríamos una doble discriminación, en el peronismo se nos acusaba de «zurdos» y en la organización del «Robi» Santucho nos tenían cierta desconfianza. Sin embargo, ya en Buenos Aires realizamos una intensa actividad dirigida a explicar en todo el arco político las acciones del ERP y los puntos de vista del partido.

“A mediados de 1976, la organización decidió que Martín viaje al exilio para sumarse a la Comisión Argentina de Derechos Humanos con sede en París y que denunciaba los crímenes del terrorismo de Estado”.
Fernando José Ares

jueves, 27 de diciembre de 2007

Reflexiones sobre el enemigo


LOS BEBÉS TÁCTICOS


Hacía frío. La noche era diáfana y luminosa. Había luna. Las bayonetas estaban embarradas para evitar el reflejo pálido en los aceros. No había que hablar, ni fumar, ni moverse.

Un ruido y se escaparían, dejando a los “bebés tácticos” como parapeto. Había que proteger a esos pobres angelitos.

El asalto debía hacerse con cuidado de no herirlos ni matarlos. No había que responder el fuego si no se aseguraba el blanco y que éste no estuviera agazapado detrás de algún niño recién nacido.

Todas ellas estaban embarazadas todo el tiempo. Siempre esperaban un “bebé táctico”.

Para ellas —las integrantes femeninas de una célula de cuatro guerrilleros— su misión era estar preñadas. No importaba si el hijo era del marido o de alguno de los dos restantes componentes masculinos. No los unía el amor. Su único credo era el odio. Odiaban hasta a sus propios padres.

Y cuando el niño nacía, su cuerpito tenía verdadera importancia táctica. Tanto servía para camuflar en su cochecito las armas y explosivos que había que trasladar de cueva en cueva o hacia algún objetivo, como para usar disuasivamente —como parapeto, incluso— en caso de que alguna Fuerza de Tareas diera con ellos y pretendiera apresarlos. A veces, eran “cazabobos”: sabían que el personal de las Fuerzas legales corría a protegerlos como primera prioridad. Y entonces, al alzarlos, explotaban…

Los “bebés tácticos” no eran para ellas más que meros abortos no consumados. Un amasijo de sangre, pulpa y endometrio devenido en ser. Jamás bautizados.

No era necesario. Para ellos, a diferencia de los terroristas contemporáneos que se inmolan en nombre de Alá y se van al Paraíso, la familia y la religión son el opio de los pueblos.

Los “bebés tácticos” están condenados, así en la tierra como en el Cielo. Sus verdugos, son sus ignotos padres y su combatiente madre. Son marxistas. Son ateos militantes. Tal la calaña del enemigo.

Una reflexión final: ¿es que a nadie le llama la atención que todas las guerrilleras apresadas estuvieran embarazadas?…

Nota: estas reflexiones están extractadas de un capítulo del libro “Memorias de un Soldado Muerto”, de Juan Gustavo Igounet.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

En la semana de la Natividad del Señor (y IV)


AYER FUE NAVIDAD


El árbol adornado, al lado del pesebre;
la mesa bien servida: turrón y mazapán…
bullicio y alegría, estrellitas y cohetes
quizá para aturdirnos… mañana es Navidad.

Jugada de quiniela, pan dulce, lotería
cien regalos que hacemos, y mil que no se harán
villancicos cantados pensando en la limosna
ausentes que retornan… mañana es Navidad.

Yo quiero que retornes, Señor, con tu mensaje
no una noche en el año, todo el año también
que estés en cada mesa, con tu plato y tu copa
hablarte con el alma, y que Vos contestés.

El mundo atormentado, espera un nuevo choque
que será inexorable, porque a vos te olvidó:
sus manos avarientas los Judas se restregan
y un coro de inconscientes les da su aprobación.

Miserias, hambre, lucha… ¡ladridos de dementes!
mentira, hipocresía, envidia, vanidad,
ganancias usurarias, tiros, bombas y muerte:
la función se reanuda… y ayer fue Navidad.
Letra de Roberto Oscar Castrogiovanni
Música de Alfredo De Ángelis

martes, 25 de diciembre de 2007

En la semana de la Natividad del Señor (III)

RETABLO DE NAVIDAD



Ya cantaba el aire.
Ya por las esquinas de los cuatro rumbos
pastores y ángeles andan a los tumbos,
preguntando a todos si han visto a mi Bien.

Y hay un alboroto de alas y ovejas,
de balidos nuevos y antiguas consejas,
que se arremolinan camino a Belén.

La vida ya es vida, sonido el sonido,
ya el azul es cielo feliz y cumplido
y amor el amor.

Y ya de rodillas se ponen las flores,
presentando armas a los ruiseñores,
que en bandadas vienen a ver al Señor.

Y el Niño que mira,
y el Niño que mira y apenas,
apenas si acaso, respira
por miedo a la gloria,
por miedo a la gruta,
que es gruta y altar.

La luz en el aire se moja de aromas
y vuelan palomas, palomas, palomas;
y el Niño que tiene ganas de llorar.

¿Qué le pasa al Niño?
¿Qué sofoco ahogado de canto y de llanto
le arrasa los ojos de tanto,
de tanto milagro de cielo y de luz?

¿Será que habrá visto
la imagen de Cristo,
la carne del Niño colgada en la cruz?
Ignacio B. Anzoátegui

Nota: La canción que acompaña estos versos le pertenece, como autor e intérprete, a Don Ángel L. M. Salvat. Quienes deseen adquirir sus compactos o tomar contacto con él, pueden pasar por el sitio web http://almapiedegallo.iespana.es/

lunes, 24 de diciembre de 2007

En la semana de la Natividad del Señor (II)


En aquel tiempo salió un edicto de César Augusto, ordenando que se inscribiera todo el orbe. Esta primera inscripción fue hecha siendo Cirino gobernador de Siria. Y fueron todos a inscribirse, cada cual en su ciudad. Y subió José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era de la casa y familia de David, para inscribirse con María, su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y sucedió que, estando ellos allí, se cumplieron los días de dar a luz. Y parió a su Hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada. Y había unos pastores en la misma tierra, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre el ganado. Y he aquí que el Ángel del Señor vino a ellos, y la claridad de Dios les cercó de resplandor, y tuvieron gran temor. Mas el Ángel les dijo: No temáis, porque os voy a dar una gran noticia, que será de gran gozo para todo el pueblo: es que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, el Salvador, que es Cristo, el Señor. Y ésta será la señal para vosotros: hallaréis al Niño envuelto en un pesebre. Y súbitamente apareció con el Ángel una gran multitud del ejército celeste, alabando a Dios, y diciendo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Tomado del Santo Evangelio según San Lucas

domingo, 23 de diciembre de 2007

En la semana de la Natividad del Señor (I)


LA FELIZ NAVIDAD
DE LA CRUZADA

Iba avanzando el año 1936. En los distintos frentes se hablaba de las operaciones, los desembarcos y las incursiones sobre territorio enemigo. Era usual nombrar tales movimientos sin una referencia calendaria, ya que ésta se desplazaba por el día del santo correspondiente. Así, “para la Asunción, en Madrid”, “en Nuestra Señora de la Merced entraremos en Toledo” o “llegaremos el día de Santa Teresa” eran frases corrientes, y esperanzadas muestras del optimismo y la devoción de nuestros camaradas de la primera línea.

Sin embargo, como frecuentemente los meses se obstinaban en pasar más velozmente que los legionarios y regulares de avanzada, una de estas frases —quizás, la que resumía la ilusión de acabar rápido la guerra y empezar a construir a España al paso alegre de la paz— comenzó a ser archivada. Esta sentencia era “Para Navidad, en casa”.

Navidad, ni más ni menos. El recuerdo de la casa lejana, con el Belén construido por todos los niños y las almendras que volaban tanto como los meses. Con los padres saludando a todos los vecinos que iban camino de la iglesia y las madres repasando los mejores vestidos para la Misa del Gallo, esa que siempre cantaba el Pater más antiguo de cada pueblo. Y la nieve, el frío, los cánticos… el “fum, fum, fum…”

Pero la guerra no sabe de Navidades. Así fue como tan solo la nieve cantó su presente en aquellos años, y el brindis cuartelero, o apurado en medio de la trinchera, fue como un augurio de mejores mañanas. Aún hubo tiempo de enjugar una lágrima pensando en aquel Niño que vino a traer al mundo el Amor, y en medio del fuego los camaradas de la primera línea pensaron en aquella Noche de Paz. Hasta rezaron pidiendo por la conversión de sus enemigos.

Hoy, la trinchera está engalanada con el camuflaje de la normalidad, los medios de comunicación son capaces de matar más y mejor que aquellas viejas ametralladoras que siempre se encasquillaban, y el frente de batalla se confunde con las cuatro paredes del hogar paterno. Sin abandonar la vigilancia, repleguémonos al cuartel general donde aún se puede disfrutar de la Misa del Gallo, la misma que rezaba aquel Pater hace setenta años. Y luego de cumplir con la dulce obligación ante el altar de Nochebuena, con el Adeste fideles y el beso al Niño Jesús incluidos, pasemos la Navidad pensando en el Rex Angelorum, regalándole lo único que nos va quedando: el corazón, para que Él disponga de sus soldados en esta Noche de Paz en medio de un mundo en guerra. Y que por medio de su Madre Virgen nos dé la gracia, que si no puede ser la de la victoria, sea, por lo menos, la de seguir peleando siempre a sus órdenes.
Álvaro M. Varela

sábado, 22 de diciembre de 2007

Comunicado


DOBLE Y SILENCIADA AFRENTA


El pasado 12 de diciembre, cuando la Cristiandad celebra el día de Nuestra Señora de Guadalupe, la plana mayor de la masonería vernácula —esto es, de la Sinagoga de Satanás, según impericlitable sentencia de León XIII— presidida por un sujeto que dice responder al nombre de Sergio Nunes, ingresó a la Catedral de Buenos Aires para rendirle homenaje, según se dijo, al Gral. José de San Martín.

De acuerdo con la información proporcionada por los mismos interesados fue la “primera vez en la historia [que] un grupo de masones ingresó en la Catedral, en un hecho [...] casi sin antecedentes en el mundo”. “Con traje oscuro”, “reencontrándose como hermanos”, con “todas las manos en el corazón”, aquellos invasores escucharon el “breve discurso” de Nunes o Nones, y tras celebrar la memoria de quien consideran “el más ilustre iniciado”, se retiraron del lugar para seguir con sus estropicios ordinarios (cfr. Justo y postergado homenaje, en Símbolo-net, nº 69, diciembre de 2007. Publicación digital de la Secretaría de Prensa de Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones).

La gravedad notoria y pública del sacrilegio, obliga a las siguientes consideraciones:

1) Son responsables de esta grotesca profanación las autoridades religiosas naturalmente a cargo de custodiar el templo mayor de la Ciudad, quienes en vez de impedirles el acceso a los malditos y condenados sectarios, les franquearon las puertas con complicidad manifiesta y escandaloso beneplácito. Es responsable el Cardenal Primado, Arzobispo de Buenos Aires a la vez, el Nuncio Apostólico, y todos aquellos miembros de la Jerarquía que, por acción u omisión, han consentido o callado frente a tan provocador atropello.

2) Todavía rige la condena terminante a la masonería, firmada al menos en dos ocasiones, de puño y letra, por el actual Pontífice Benedicto XVI, entonces Cardenal Ratzinger, cuando el 17 de febrero de 1981 primero, y el 26 de noviembre de 1983 después, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe que lo tenía por Prefecto, ratificó no sólo la incompatibilidad entre catolicismo y masonería, sino la pena de excomunión prevista para quien tenga inserción en tan nefasta conjura. Rige asimismo el canon 1374, que establece condignos castigos a los que prestan su concurso a cualquier “asociación que maquina contra la Iglesia”; y el canon 1376 que señala similares penas a “quien profana una cosa sagrada”. Caben estos drásticos sayos no primeramente a los inmundos enmandilados, que son enemigos visibles y explícitos de la Fe, sino a todos aquellos que, por razón de su ministerio, deberían proteger a la Cruz y se comportan en cambio como coautores de su vejamen.

3) No es la primera vez en estos tiempos recientes, que nos toca presenciar con dolor el ultraje de algunos de nuestros más venerados templos. Sólo al pasar, y recordando lo sucedido en los meses postrimeros de este año que se esfuma, apuntamos los penosísimos episodios de la Basílica de Luján, de San Francisco, de San Ignacio, de la Santa Cruz o de San Patricio. En un caso fue cedido el altar mayor como podio proselitista a la infame dupla de los Kirchner y sus secuaces; en otro el espacio sacro todo, como solaz para un grupo de estólidos que conforman un club privado; en otros la parroquia entera como escenario y emblema del odio marxista presidido por las Madres, las Abuelas, los Hijos y cuanta parentela homicida y depredadora ejerce hoy poder en la patria estaqueada; y en otro caso, el de nuestro templo más antiguo, como tinglado cabalístico para alimentar la mentira judaica del holocausto.

4) Muchas y crueles profanaciones de sus espacios sagrados ha padecido la Santa Madre Iglesia en veinte largos siglos. Pero es el nuestro un caso desdichadamente único, de templos que son entregados por los propios pastores a las hordas marxistas, a las bandas talmúdicas, a las logias masónicas y a las bacanales del mundo. En tiempos heroicos, los obispos morían mártires junto a sus sacerdotes y feligreses, para impedir la horrenda blasfemia. Ahora, andan compitiendo presurosos para recibir los halagos de los peores verdugos de la Fe. En tierras sojuzgadas por el comunismo, creció en estatura y en bizarría el legendario Cardenal de Hierro. Aquí, cuando los acomodados clérigos se entregan ostensiblemente a la masonería —como lo hizo a la vista de todos Estanislao Karlic el 12 de abril de 2000— los nombran Cardenales.

5) El Gral. José de San Martín no fue “el más ilustre iniciado” de sus endemoniadas filas, como fementidamente repiten los trespunteados agentes. Sobran las pruebas para demostrar que los masones fueron sus pertinaces enemigos, dentro y fuera del país; para demostrar que los caudillos federales —con sus pendones altivos que gritaban ¡Religión o Muerte!— fueron en cambio sus camaradas y amigos. Para probar, en suma, que el hombre que persiguió con vara implacable a los masones, haciéndolos hocicar y rendir, fue el heredero de su sable corvo, y el destinatario de los mayores elogios. “Los pueblos” —le escribió San Martín a Quiroga el 20 de diciembre de 1834— “están en estado de agitación contaminados todos de unitarios, de logistas, de aspirantes de agentes secretos de otras naciones, y de las grandes logias que tienen en conmoción a toda Europa”.

Una doble profanación se ha consumado, aunque entre la una y la otra haya una distancia que sabemos calibrar. A Dios y a la Patria, a los Santos y a los Héroes, a la Cruz y a la Espada, al Sagrario y al Soldado, al Altar y a la Historia.

Tal vez quede en esta tierra yerma alguna guardia de granaderos desvelados, leales a la misión que se les impuso de tutelar los restos del prócer en la Catedral de Santa María de los Buenos Aires. Si así fuera, bueno sería que en la próxima ocasión desalojaran a mandoblazos limpios a estos apátridas y amorales, usurpadores insolentes de la Casa del Padre. Y aplicaran contra ellos el merecido castigo previsto por el Libertador para “todo aquel que blasfemare el nombre de Dios y el de su adorable Madre”, como rezaba el artículo primero del Código de Deberes militares y penas para sus infractores.

Por si alguien lo ha olvidado, el tal castigo suponía la mordaza primero y la horadación de la lengua después, con un hierro al rojo vivo. Tanta rudeza, explicaba San Martín, para que la patria no resultase “abrigadora de crímenes”.
Antonio Caponnetto

viernes, 21 de diciembre de 2007

En la semana del asesinato de Sacheri (III)


A PROPÓSITO
DE UN MUERTO
MUY NUESTRO

Mientras quienes se enteran de la muerte de Sacheri, aquel domingo mismo, a pesar del largo silencio de Telam en dar a publicidad la noticia, se dirigen a su casa a testimoniar su pesar y su solidaridad, suenan estentóreas las radios transmitiendo a gritos los partidos de fútbol. Los que creemos que la Argentina pasa hoy por una etapa radicalmente distinta y trágica —porque la “vivimos”— debemos ser muy pocos. El 90% de las broadcastings transmiten fútbol como si sólo un 10% de la población tuviera derecho a escapar a la tiranía de los manipuladores de la opinión pública.

Esta comprobación nada novedosa asume caracteres dramáticos cuando reflexionamos sobre el sentido de la muerte de un verdadero mártir como Carlos Alberto Sacheri. Pero ¿qué sabe hoy el pueblo de martirio si está entregado de pies y manos a los empresarios del circo? ¿qué puede entender el común de la gente lo que está pasando en el país, si no se rescata esa opinión pública de las manos de quienes sólo se ocupan de lucrar con ella; desde los managers de eventos populares, hasta los organizadores de mesas redondas por televisión?

¿Es que el país será irremediablemente así? ¿O es que lo hemos hecho así? ¿Quién dirige y controla estas prácticas abusivas —como este caso de la radio, la noche del domingo 22 de diciembre— que no dejan ni un resquicio, no ya para venerar un muerto al que la patria le debe mucho, sino para ni siquiera poder escapar a los dictados de los manipuladores de multitudes?

Entretanto, se comenta que el asesino de Sacheri no ha sido el guerrillero típico. Ni por la edad, ni por el arma utilizada. Aparentemente se trata de un mercenario, de esos que tanto contratan los gobiernos como las oposiciones. Ha sido un crimen frío y meditado. No había urgencia, ni motivos candentes, para eliminar a quien sólo poseía el poder de su pensamiento coherente y la fluidez de su palabra. Evidentemente hay alguien detrás de este crimen innecesariamente horrendo. Hay un cerebro que comanda. Y nuestro deber es descubrirlo. Y lo descubriremos porque somos miles de Sacheris dispuestos a morir si no hay otro remedio. pero nuestros ideales católicos y nacionales sobrevivirán el odio mezquino del asesino, sin duda alguna.

En el velatorio alguien comenta: Sacheri ha muerto por las esencias. ¿Habrá mucha gente que comprenda el hondo sentido de esa frase? ¿Lo habrán entendido todos los que estaban allí mismo esa noche? Porque hoy se muere con mucha frecuencia pero sin mucho sentido. Se muere por vendettas entre gangsters, se muere por desviacionismos o por inconsistentes “ortodoxias”, se muere por haber elegido una profesión, se muere (en el mejor de los casos) por principios políticos. Pero Sacheri ha muerto por algo más: ha muerto porque de él emanaba el fundamento intelectual y moral del cual se nutría toda una concepción de la vida imprescindible para este momento. Ha muerto porque era la doctrina viva de la Iglesia aplicada a las cuestiones del bien común, a la Política, pero en serio.

Los enanos de la politiquería argentina ¿podrán acaso entender que se pueda morir por las esencias? Ellos que viven para el contubernio cuando están en la oposición y para el abuso del poder cuando están en el gobierno. Ellos que pactan con el Diablo todas las veces que lo consideran “estratégico”. Ellos que se alarman cada vez que pareciera que la balanza se inclina en favor de la eliminación de la guerrilla… ¿Qué podrán entender de la Muerte si sólo son unos “vivos”?

Esto lo sabe muy bien la guerrilla. Y lo aprovecha en consecuencia. Con buenos resultados… hasta ahora. Pero lo que ignora la guerrilla, lo que ignora el asesino de Sacheri es que, en rigor, no es protagonista de la historia como se cree sino apenas un mero engranaje de una maquinaria que, si no se destruye antes, de ninguna manera podrá seguir funcionando eternamente. Y lo que sí seguirá funcionando eternamente son precisamente las esencias por las cuales vivió y fue matado Sacheri. Pasan de mano en mano como una posta, y siempre habrá quienes vivan para llevarla a feliz término.

Anotamos dos hechos ligeramente discordantes durante el entierro. Por un lado la intempestiva arremetida de un funcionario oficial por ganar un buen sitio próximo a la tribuna que se abre paso entre la multitud dejando una estela de custodios que multiplican la marejada. Algo lamentable, toda vez que se sabe que Sacheri no iba siquiera armado y menos aún gozaba de custodias, que hubiera rechazado… Por el otro, la presencia de un General con aires de playboy que cuando tuvo poder se caracterizó por sus devaneos democráticos, su deslealtad a la Revolución Argentina de la cual formó parte, su íntima asociación con Lanusse y su esperanza frustrada de haber sido Comandante en Jefe de Cámpora. Uno sentía ganas —cuando menos— de haberle preguntado: Dígame, General, ¿no se habrá confundido de sepelio? Otro tanto podría habérsele dicho a quienes son responsables en alguna medida del rumbo que tomó Sacheri en su vida y que ahora (militares cómodamente retirados o civiles protegidos por el FREJULI) se hallan a años luz de aquel entusiasmo limpiamente nacionalista y antimarxista por el que hoy se cobran vidas.

Que Sacheri, especialmente a través de su obra “La Iglesia Clandestina” denunció anticipada y valientemente la infiltración marxista en la Iglesia de la Argentina (nunca mencionada por la Jerarquía) es un hecho conocido. Al día siguiente de su entierro, un gobierno que tiene por una de sus obligaciones sostener el culto católico apostólico romano propicia una extraña misa en el obrador del Altar de la Patria (cuyo título es prueba suficiente de una deliberada confusión entre religión y patriotismo) celebrada por un supuesto Arzobispo Primado de la Argentina ante la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa Americana, dependiente del Exarcado Apostólico de Roma (?). En tiempos de gran auge del esoterismo y la brujería nada es de extrañar… Ni tampoco que la muerte de Sacheri beneficie —transitoriamente— a quienes tienen el plan de debilitar del todo la resistencia católica al marxismo comunista.

Nota: El precedente artículo ha sido publicado en “Cabildo” nº 21, año II, de la primera época, y corresponde al número de enero de 1975.

jueves, 20 de diciembre de 2007

En la semana del asesinato de Sacheri (II)


DESPEDIDA AL CAMARADA

Amigos: Estamos reunidos aquí para despedir los restos de un hombre joven —41 años— que fuera ayer vilmente asesinado.

Esa juventud no le impidió ser un brillante intelectual y gozar de gran nombradía como profesor de filosofía tomista.

Desde sus comienzos, como estudiante de la Universidad de Laval —en Quebec— donde de discípulo del eminente tomista Charles de Konick pasó, al egresar, a ser colaborador en la cátedra hasta su actuación en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Católica, Sacheri no fue un mero repetidor sino que estableció vínculos de magisterio directo, personal y moral sobre gran número de discípulos que reconocen con orgullo que a él le deben su formación.

Yo, personalmente, cuando lo visité en Canadá, donde tuve el honor de ser su huésped, pude comprobar la alta estima de que gozaba en la Universidad de Laval, donde se le reconocía su versación en el tomismo y su aptitud para aplicarlo a la vida.

Este espíritu de entrega se puso de manifiesto en su generosidad para pronunciar conferencias y dictar cursillos a todos aquellos que se lo pedían movidos por inquietudes religiosas o intelectuales.

Sus dos libros: “La Iglesia Clandestina” y “La Iglesia y lo Social”, son prueba de su apostolado efectivo para denunciar las adulteraciones del pensamiento católico, las cuales no han producido sus catastróficas consecuencias en nuestro país, debido, sin duda alguna a aquellas oportunas precisiones, repetidas con incansable tenacidad, en innumerables conferencias pronunciadas por toda la república.

Pero ello no le impidió a su pluma estar presente con brillantez en una continua actividad periodística, donde a través de artículos de solidez doctrinaria buscaba restablecer la Cristiandad en el orden social y el primado de la inteligencia en el orden de las ideas.

Y así desde su primer artículo sobre Mamerto Esquiú en la revista Presencia en 1955, como luego en Verbo, Universitas, Premisa, Cabildo, Mikael, se puede decir que no existe publicación de pensamiento católico en el país donde su seguro magisterio no se haya contribuido con sus importantes aportes.

Las empresas superiores, como aquellas en las que se ve envuelta la defensa de la Patria o el santo nombre de Dios, requieren pureza de la acción y en el ímpetu que la genera.

Más que un intelectual de valía, más que un profesor de brillantes dotes, Carlos Alberto Sacheri era un verdadero apóstol. Nosotros vivimos urgidos por el tiempo y la prisa con que acontecen los hechos de esta historia convulsa y confusa que nos tiene por sus protagonistas. Sacheri conocía muy bien las apremiantes exigencias del apostolado de hoy, tan lleno de Judas que traicionan lo más sagrado y de Pilatos que se lavan las manos.

Sabía que el apóstol de hoy debe trabajar para lograr apóstoles bien formados, intelectualmente claros, apóstoles de vida profunda. Por eso en él, el intelectual, el hombre de pensamiento rico no se agotaba en frías exposiciones escolásticas, sino que sus alumnos eran llevados por su ejemplo y su consejo a fortalecer su vida interior, por ejemplo, haciéndoles participar especialmente de ejercicios espirituales para que la actividad externa no llegara de modo alguno a debilidad la vida interior que, en última instancia, es la que nutre de energía al combatiente y le descubre la belleza de una total entrega y de una inmolación cada vez más profunda.

Cuando el apóstol es dócil y fiel a la gracia, Dios lo purifica, lo afirma, y lo prepara para una muerte feliz. Parecería, quizá, esta afirmación, inoportuna, aventurada, en el caso que hoy nos congrega aquí.

Pero, ¿puede el cristiano —me pregunto— aspirar a muerte más consoladora que morir por la verdad de Cristo?

¿Hay acaso una muerte más envidiable que la del que cae luchando por el honor de Dios?

Por eso, ¡infelices asesinos!: Han querido suprimir un jefe, y nos entregan, erguido, como una bandera de lucha, como un lábaro orientador, a un formidable ejemplo de coherencia entre ideales y conducta que será semilla de jóvenes esforzados y de paladines de mañana.

Toda esa dilatada juventud que en nuestro país se siente tentada por el desaliento ante el inacabable desfile oficial de pícaros, granujas, logreros y mediocres tiene hoy, gracias a la ceguera de los que matan por la espalda, en el ejemplo de fidelidad a sus ideales del Profesor Jordán Bruno Genta —ayer—, y hoy en nuestro entrañable amigo Carlos Alberto Sacheri guiones a los que seguir y conductas a imitar.

Ningún joven, pues, tiene ya derecho a mirar con desesperanza a su alrededor o a lamentarse de su soledad o de la falta de maestros. Porque ya los tiene, cubiertos de sangre.

Maestros que supieron dar una impresionante lección, su última y mejor lección con sus muertes ejemplares.

Por eso debe haber una serena alegría en nuestros corazones —tranquila paz—, como hay gozo en el cielo, porque las tinieblas se disipan y se distinguen los bandos: uno que agrupa a las sectas donde se desprecia a la Patria, se niega nuestra tradición y se odia a Dios. El otro, que une a los que no temen el riesgo ni se niegan al esfuerzo, si ellos son requeridos para dar un testimonio —es decir, para ser mártires— por los más altos ideales que pueda el hombre tener: la Patria donde vio la luz y Dios que le dio el ser.

Como sospecho, con fundamento, que habrá aquí más de un enviado por las fuerzas asesinas para ver si la muerte de este hombre justo que fue Carlos Alberto Sacheri nos ha dolido, a ellos me dirijo para decirles: Pues bien, nos ha dolido… y mucho. Pero no con el dolor de bestia herida, sin esperanza y sin fe con que ustedes reciben el sufrimiento.

El nuestro quiere ser un dolor cristiano, trascendente, operante, creador. Sin proyectar venganza. Porque la venganza sacia el rencor pero debilita el ánimo. Ese ánimo que tenemos que tener vigoroso y libre para la lucha.

¡Cuánto más se podría decir de ti, intachable Carlos Alberto Sacheri, si nos animáramos a echar una mirada en tu vida de hogar! Esposo sin tacha y padre ejemplar. Les has dejado a los tuyos una herencia espiritual de valor incalculable, expresada por tu sangre generosa que bañó a tu mujer y a tus siete hijos cuando los cobardes te dieron muerte al volver de la iglesia donde diariamente te unías a Dios.

Cuánto grande se podría decir de ti, si entrásemos a considerar la delicadeza de tu amistad y tu hombría de bien.

Pero no serían las palabras más elocuentes que la congoja que adivino en tanto corazones de los aquí presentes.

Cuánto grande se podría decir de ti, si reparásemos en tus actitudes de ciudadano responsable y de argentino fiel a su patria. Pero me es difícil seguir porque se me nubla la vista.

Carlos Alberto Sacheri, cristiano fiel, patriota ejemplar, amigo sin doblez: descansa en paz. Y pídele a Dios para nosotros que nos prive del descanso, si no salimos de aquí resueltos a vivir a la altura de tu extraordinario ejemplo.
Juan Carlos Goyeneche

miércoles, 19 de diciembre de 2007

En la semana del asesinato de Sacheri (I)


CARLOS
ALBERTO
SACHERI
MÁRTIR DE CRISTO
Y DE LA PATRIA


Cuando el dolor es tan intenso y tan desconcertante como el que ha producido en sus amigos la muerte de Carlos Alberto Sacheri, es difícil su expresión. O bien el silencio simple, o bien la retórica aunque sincera, engolada y hueca.

También los sentimientos se entremezclan. ¿Venganza? ¿Justicia? ¿Perdón? ¿Cómo reaccionar ante su muerte? ¿Cómo reaccionar ante tu ausencia?

Sobre todo ¿cómo evitar el tono intimista para nombrar tu muerte, un tono que no sea la continuación de nuestros diálogos, ahora truncos para siempre?

Para siempre. La muerte ha creado un mar inmenso entre vos y tus amigos que quedamos en la tierra y en la vida. Pero nos quedan muchas cosas tuyas.

Nos queda tu serenidad. Esa serenidad que se asentaba tan sólidamente en la Esperanza. Y nos queda también tu confianza, reflejo de la Fe en que viviste y por la que moriste. Y nos queda esa forma tan alegre y tan generosa de darte, que se llama Caridad.

Estas líneas están escritas para recordar a un amigo asesinado y muerto como mártir y están dedicadas a los que lo conocieron, no a los que lo ignoraron. Que aquéllos digan si exagero.

¿Cómo definir a Sacheri? A mí se me ocurre que por su modo de actuar y de pensar y de inspirar, en fin, por su estilo, Carlos era un griego reelaborado en un molde cristiano. Esa ponderación tan suya, esa prudencia bebida en los clásicos, ese equilibrio tan realista, provenían de una síntesis —que en él se daba auténtica y dinámicamente— entre lo griego y lo cristiano, como en la Iglesia Primitiva. Su tan profundo conocimiento de los Padres me lo confirman.

Y a ello, sumo el conocimiento de Santo Tomás. ¡Qué empresa la de él, la de Carlos Alberto Sacheri, reconstruir a la Argentina, su patria bien amada, desde una perspectiva aristotélica y tomista!

Cabildo debe recoger, claro está, su pensamiento político que, aunque no haya sido original, fue sólido, prudente y, sobre todo, realizable. Su inteligencia no le permitía engañarse. Conocía muy bien, los límites de la Patria y, sobre todo, los límites de esta generación que nos gobierna. No soñaba con una Argentina de fanfarrias, de imperios a construir, con una Argentina suficientemente lúcida como para proponerse tareas universales, inalcanzables ahora. Pensaba, más sencillamente, como una Argentina que encarara una primera Cruzada, la de reconquistarse a sí misma para el orden natural de la Gracia.

Este fue, en realidad, un programa político, no expuesto tal vez en forma expresa, pero supuesto en la intención de toda su abundante y varia labor. En realidad, tal como Carlos lo propiciaba, era un verdadero programa de vida, que comprometía a todos los que lo aceptaban. Era un programa fuerte para católicos que amaran su religión, un programa cotidiano y para la historia. Un plan de vida a cuyo final no se prometía el triunfo en el sentido mundano. Todo en ese programa decía de tensión sobrenatural, de hambre de las cosas celestes.

Sacheri fue un político argentino que propuso, a sus compatriotas el bien natural como meta a seguir, como basamento y fin de un orden social justo.

Sacheri no fue, en modo alguno, un iluso ni, menos aún, un utopista. Perteneció a una raza hoy aparentemente desaparecida del país, la de los políticos, tomada esta expresión en su significado clásico. Sabía articular los medios —los escasos medios de que puede disponer un católico nacionalista argentino— apuntando hacia su fin propio, el bien común y en un orden trascendente, el bien sobrenatural.

Por el momento había comprendido con claridad su misión: formar las inteligencias de los jóvenes. A esta labor didáctica se encontraba dedicado; en cierto modo fue el continuador del magisterio del Padre Meinvielle, rescatar a la generación que lo seguía a él. Rescatarla del error, por supuesto, pero sobre todo de la confusión, que hoy es el nombre del error dentro de la Iglesia.

Carlos Sacheri fue todo eso, profesor, filósofo, político, periodista, pero ante todo, fue un luchador por la restauración de la Iglesia de siempre. Conoció, definió y denunció —como nadie en la Argentina y como pocos fuera de ella— ese modo delirante del progresismo social que se llama Tercermundismo. Fiscal lleno de energía y apóstol desbordante de caridad, en toda su acción pública y en toda su vida privada se rigió por esa virtud tan suya y tan cristiana del equilibrio, que es como una forma del amor y de la generosidad. Fue intransigente, sin llegar a la dureza, fue audaz, sin faltar a la prudencia.

Fue maestro y apóstol, y murió mártir. Es difícil imaginar un destino más pleno —en una perspectiva cristiana— una vida más rica, una muerte, por así decirlo, más lograda. Porque en el caso de Sacheri, la muerte —aún cuando haya destrozado tanto trabajo en agroz y aventado tantas esperanzas— es como la culminación de toda su vida, como su continuación y no su interrupción. Él, como quería el poeta, tuvo su propia muerte.

Amó a Cristo y a la Patria en Cristo. No atinó nunca a desvincular a ésta de Aquél. Una Argentina descristianizada le era inimaginable. Fue un solo amor: una Argentina para Cristo y Cristo volviendo la sombra de su Cruz sobre la Argentina.

Su partida nos duele y cómo. No se nos diga que es el dolor de la carne. La mística cristiana tiene numerosos textos para iluminar un consuelo sobre este dolor. Elegimos, sencillo, sobrio y aún sublime, uno de Louis Veuillot, con quien Carlos Sacheri presenta varios puntos en común: “Dios me envió una prueba terrible, mas lo hizo misericordiosamente… La fe me enseña que mis hijos viven y yo lo creo. Hasta me atrevo a decir que yo lo sé…”

Carlos Alberto Sacheri vive en el reino de Dios, por quien tanto luchó en la tierra. Fue asesinado, por las manos bestiales de los hijos de las tinieblas, casi en vísperas de Navidad. El nacimiento de Nuestro Señor se encuentra colocado, escatológicamente, en la misma línea que su Cruz. Esta situación es irreversible y resulta anticristiano intentar su alteración. La Cruz es la muerte pero también es la vida. Porque la culminación de esa línea que arranca en la Navidad es la Resurrección.

Carlos, cuando murió, venía de comulgar. Hasta esta enorme circunstancia fue prevista por Dios en su misericordia: él, que había sido soldado en vida, murió siendo su custodia.

Carlos simplemente se nos adelantó en el camino. Ese camino en cuyo recodo final nos gusta imaginar esta escena casi infantil: Jesús, con tanta suavidad, apenas musitando, “No lloréis. Sólo duerme”.
Víctor Eduardo Ordóñez

Nota: Este artículo ha sido tomado de “Cabildo”, primera época, año II, número 21, correspondiente al mes de enero de 1975.

martes, 18 de diciembre de 2007

Testigo de cargo


LA DESTRUCCIÓN DE LA MUJER


Durante milenios, las civilizaciones reposaron en la mujer. Su papel de formadora de la próxima generación, apenas reconoce minúsculas excepciones. Y ese papel decisivo estaba basado en el reconocimiento implícito de la diversidad y de la complementariedad de ambos sexos.

Desde el siglo XIX el progresismo irrumpe en la cuestión a partir de la absurda idea de la igualdad de hombres y mujeres, y en poco más de un siglo destruye lo que la naturaleza y la civilización habían construido en milenios. El primer golpe fue convencer a las mujeres de que sólo los trabajos masculinos eran importantes. El segundo golpe fue la creación de un sistema social y familiar en la que el trabajo femenino se fue haciendo cada vez más necesario e inevitable.

Con estas realidades se colocaba la mujer en la primera de las trampas de la modernidad. Para funcionar, el sistema montado exigía una de estas dos cosas:

a) Que las mujeres dejaran de tener hijos y estos se “produjeran” con artilugios biológicos y químicos (ésta fue la solución imaginada por Aldous Huxley en su novela “Brave New World”).

b) Que las madres ya no criaran más a sus hijos (esta fue la solución ensayada, por ejemplo, en algunas granjas israelíes. Terminó en un fracaso total).

No dándose ninguna de esas dos soluciones, el feminismo imponía a la mujer esta realidad: el ejercicio de algún trabajo o profesión no la libraba —no la podía librar— de sus responsabilidades de esposa y de madre, si lo era. Con lo cual, lejos de conquistar un lugar igual al lado del hombre se encontraba con que en el reparto le correspondían a ella dos papeles que en numerosísimos casos se mostraban total o parcialmente incompatibles.

El resultado a la larga no era dudoso. Una proporción creciente de las mujeres “modernas” de Europa y Estados Unidos optan por tener una “pareja” (o varias, simultáneas o sucesivas) pero no tener hijos. En el mejor de los casos, el ideal para tales mujeres toma el nombre del matrimonio “dink” (double income, no kids – ingreso doble, sin hijos). Las consecuencias de todo esto sobre la evolución de la población se leen por ahora en las notorias estadísticas y en las terribles dificultades de los sistemas provisionales, pero en su momento causarán una catástrofe inimaginable.

Pero todo esto, a pesar de su atroz gravedad, no es lo peor. El progresismo luchaba también por suprimir todo aquello que diferenciara a la mujer del hombre. La próxima víctima tenía que ser… el pudor. Persistentemente se luchó contra ese sentimiento que parte de la conciencia de la parte animal de los seres humanos y se convierte en tal (en pudor) al encontrarse con la delicadeza propia de la condición femenina. El pudor era la señal distintiva de la mujer, la muralla exterior de su condición.

Tras un siglo de lucha, hoy se ha matado el pudor en millones de mujeres, que no dudan en exhibirse desnudas (con tres trapitos malcubriendo sus “vergüenzas”) todos los veranos, a lo que deben agregarse otros millones que se desnudan por precio en los sets de televisión y en los estudios de los pornógrafos. El resultado es un mar de carne femenina convertida en un pingüe negocio al alcance —televisión e Internet mediante— de todos los bolsillos y de todas las edades.

La liberación femenina, que prometía la dignificación de la mujer frente al menosprecio masculino, la ha convertido en el más banal de los objetos de consumo para el hombre, en el más barato de los gags de los que vive la sociedad enferma que marcha hacia la nada.
Aníbal D’Angelo Rodríguez

lunes, 17 de diciembre de 2007

Poesía que promete


ORACIÓN AL NIÑO JESÚS

REDENTOR DE CAUTIVOS

Tú que elegiste el encierro
en el portal de Belén,
que de Herodes fuiste rehén
y marchaste perseguido.
Tú a quien daban por perdido
con dolor,y al fin te hallaron,
porque a Dios mismo confiaron
el precio de tu rescate.
Tú al que en el pecho le late
las penas del sojuzgado,
o al que yace confinado
te entregas como Pan Vivo.
Mi Niño Jesús Cautivo
danos el alba en tu prado.

Tú que tendrías las manos
sangrantes por los cerrojos,
que ofenderían tus ojos
presos del odio y la afrenta.
Tú que un día a la tormenta
ordenarías sosiego,
porque cesara el trasiego
de las almas que dormían.
Tú al que en la cruz izarían
movidos de iniquidad.
Tú, Divina Majestad,
por cuya entrega pervivo.
Mi Niño Jesús Cautivo
danos ya tu libertad.

Tú al que los Magos, de ofrenda,
oro, por Rey, te entregaron,
y con sus rezos labraron
misterios de epifanía.
Tú al que en alta alegoría
Ángel uniste y lucero,
por marcar el derrotero
que conduce al paraíso.
Tú que eres Sol indiviso
de la Ciudad desterrada,
de la noche desvelada
sin la gloria del olivo.
Mi Niño Jesús Cautivo
salva esta tierra llagada.

Si acaso desde el pesebre
vieras mi patria en exilio,
negando tu luz, tu auxilio
y a tu Madre nazarena.
Si vieras llorar de pena
al rebaño devorado,
de su pastor traicionado,
solo en un páramo hostil.
Señor, te queda un redil
con armígeros dispuestos,
que no abandonan sus puestos,
—frente en alto, brazo altivo—
Mi Niño Jesús Cautivo:
tus sables siguen enhiestos.
Antonio Caponnetto

domingo, 16 de diciembre de 2007

Salud Pública


LA SALUD EN ESTADÍSTICAS


Hace un tiempo, en un matutino centenario, apareció como nota de tapa que la mortalidad infantil se había reducido en un 23% en todo el mundo, según lo manifestaba UNICEF. Esta entidad también afirmó que había bajado la cifra en Argentina, lo que me permito cuestionar.

En marzo de 2005, Richard Horton, editor jefe de la prestigiosa revista médica británica “The Lancet”, expresó en el National Press Club de Washington, que “unos cuatro millones de niños mueren en el mundo al nacer, o antes de cumplir un mes de vida”. Pero si cuantificamos las muertes de los niños menores de cinco años, lo que incluye la cifra anterior, el resultado es de unos diez millones de muertes en un año.

Y agregó: “el objetivo debe ser lograr de una vez y para siempre que la ignorancia no sea una excusa para el común de la gente, ni tampoco para la falta de acción política”. Es posible creerles a Mr. Horton, o a Malthus. Si nos atenemos a la realidad, creo que este último le saca una cómoda ventaja, pero eso podríamos preguntárselo a nuestro matrimonio presidencial, ya que en su primer viaje a Estados Unidos, recibieron de las manos de Bush, una copia muy fina de su libro, “Essay on the Principle of Population”, escrito en 1798.

¿Sabe qué es lo grave? Que un 75% de esas muertes infantiles se pueden evitar; pero aquí triunfa Malthus por paliza. No cabe duda que este plan siniestro, de vieja data, sigue activo y en ejecución silente… de no mediar un milagro, inexorablemente exitoso, gracias a los anómicos corderos, que llevando un voto en la mano para llenar la urna se topan con Lucifer.

¿Qué nos ha pasado? Desde hace muchos años vivimos chocando con las mismas piedras y no alcanzamos a recomponernos. ¿Cómo es posible que en nuestra patria se nos muera alguien de hambre, niño o adulto, con una tierra que puede alimentar a más de 120 millones de personas? ¿Es éste el país de los derechos humanos? Pues si es así, a tomar conciencia señores funcionarios inútiles, ¡basta de declamaciones vacías! pues se nos están muriendo todos los días, adultos y niños; en el caso de éstos últimos, uno cada dos horas, lo que hace unos 360 por mes y 4320 por año.

Estos pequeños se mueren por las mismas causas que hace cincuenta años atrás, y en todo este tiempo, no han hecho nada al respecto. ¡Basta de repartir preservativos y píldoras del día después, basta de abortos y de vasectomías, las que inducen al cáncer de próstata, por si no lo saben; basta de engordar bolsillos, nuestro país necesita mano de obra calificada, si se sigue en este rumbo nunca la tendremos!

El análisis del desastre

Toda esta decadencia e inmoralidad no ha sido producto de la casualidad, ha sido provocada por una clase política prebendaria y ociosa. Los escalones de la caída son:
1) falta de justicia e inobediencia de la ley moral;
2) desmantelamiento de las instituciones que le dieron origen a la nación, como la Iglesia y el Ejército;
3) corrupción y envilecimiento de la sociedad;
4) ensoberbecimiento de los dirigentes y poca afección al trabajo;
5) autismo político;
6) ausencia de dignidad, honor e idoneidad;
7) carencia de planificación.
Son siete, como los pecados capitales.

Sobre el tema que nos ocupa, para obtener logros tangibles, el país debe contar con un Sistema de Salud que se ocupe ante todo de la prevención y luego, de ser posible, de la curación, ámbito en el que se debe dar prioridad a la capacitación y al cumplimiento de la vocación, para que servir sea un deber.

El ámbito de la salud

La salud necesita recursos humanos y económicos, y para su control de calidad, auditorías en terreno. Al investigar el gasto en salud, como lo realizó la O.M.S. hace unos años, valorando la eficiencia en el uso del recurso económico, se vio que nuestro país gastaba entre 600 y 795 dólares por habitante y por año, lo que lo ubicaba en el puesto 75 en un universo de 191 países, con un 72% de eficacia en la utilización del presupuesto.

Este estudio tomó en cuenta cinco variables:
a) mortalidad infantil;
b) esperanza de vida al nacer;
c) accesibilidad a la atención y demora de la misma;
d) gasto en relación al ingreso, por habitante y por año;
e) discriminación por situación social.

El gasto total en salud, de todo el país, era de entre 20.000 y 30.000 millones de dólares por año, de los cuales el Estado proveía un 22%, las Obras Sociales un 34% y el 44% restante lo aportaba la población en general y por todo concepto.

Al evaluar ese informe, se advierte que otros países de América del Sur tienen un gasto mucho menor (cuándo no) por habitante y por año; por ejemplo, Chile, cuyo gasto era de U$S 331 por habitante y por año, con una eficacia del 87%; Venezuela, eficacia del 77%, y Paraguay del 76%. Esta comparación de datos revela que se gastan grandes sumas de dinero sin obtener resultados acordes a lo gastado, ni registrar avances sustanciales en los indicadores sanitarios que justifiquen la inversión. Podemos decir que buena parte del recurso económico queda atrapado en la inmensa red de una burocracia que en muchos casos sólo se ocupa de incrementar sus patrimonios personales.

Lo aseverado se refleja en un estudio realizado en el conurbano bonaerense, en varios municipios, durante 2003. Allí se demostró que de cada $ 100, que se gastaban, en “ayuda alimentaria”, sólo llegaban a los necesitados $ 20; los restantes $ 80, desaparecían: esta provincia es mágica, estimado lector.

Hemos llegado así a niveles escandalosos de desnutrición infantil y de adultos, de la mano de estos varones, guardianes de sus propios bolsillos. Es conocido el hecho de que si un niño no recibe la cantidad de nutrientes esenciales para su desarrollo, en especial en los primeros tres años de vida, se producen diferentes trastornos cognitivos y del aprendizaje, lo que genera deserción escolar y posteriormente, pauperización laboral y pobreza, con exclusión social, que es lo que vemos todos los días en las calles de nuestros barrios. Es lo que se llama la nueva barbarie, que está aquí, entre nosotros. De lo que estoy verdaderamente conciente es que esto a alguien le conviene y mucho.

Se dice que las tasas de mortalidad infantil bajaron de 16,3‰, en 2001, a 14,4 en 2004; las actuales dicen ser del 12,9‰. Tengo en mi poder los datos publicados en 2006, pero son sólo del primer semestre de 2005, y la fuente de los datos es de diciembre de 2005. Por favor seamos más claros, pues ya no entiendo nada, dentro de poco, vamos a tener el IndeK pediátrico, también alterado, como todo. Dijo el ministro de Salud de la Nación, que el número viene bajando (como el jangadero), desde el 2002, gracias al Plan Federal de Salud, y que bajará a un dígito en 2010. Es para reflexionar, realmente.

La cifra de mortalidad materna, es TRAMPOSA, sí, con mayúsculas. Se publica reflejando a razón de muertes por 10.000, cuando en el resto del mundo, pero en serio, son por 100.000, por lo que aparece una cifra espuria de 4,4 por 10.000, lo que sería 44 por 100.000. En los países de referencia, como Estados Unidos y Canadá, el valor es de cuatro muertes maternas por cada 100.000 partos, lo que revela el nivel sanitario de cuidados prenatales y de salud de las madres. Por favor, se ruega no mentir más.

La mortalidad infantil, en algunas provincias es una afrenta; algunos ejemplos: Formosa: 25,1‰, en Tucumán: 20,5‰, San Juan: 16,4‰, Entre Ríos: 15,5‰.

La tasa de natalidad está muy cercana a la tasa de mortalidad infantil, lo que nos debiera preocupar, pues crecemos a razón de dos habitantes nuevos, por mil y por año. Esto no es casual, este país necesita ser habitado, y a este ritmo no crecerá por muchos años; vale la pena preguntarse por qué.

Quiero concluir este informe diciendo que tan sólo espero que no sea tarde, cuando Dios Nuestro Señor haga tronar el anhelado escarmiento, para el bien de esta patria amada y de todos sus hijos, sin exclusión alguna.
Alejandro Ameijeira

sábado, 15 de diciembre de 2007

Editorial del Nº 70


DESAPARECIDOS S.A.


Cuando este número gane la calle el país ya tendrá nuevo desgobierno, continuación exacerbada del pudrimiento precedente, del que es su hechura y connatural deposición. Salida de la costilla de Néstor —no tras adánico sueño sino después de horripilante delirio— la cristínica hembra va por más, según ha dicho. Giro verbal que lejos del plus ultra pronunciado por los Austrias, apenas si denota aquí un avance del odio marxista y de las suculentas estafas capitalistas, yunta de vicios en las que estos personajes se han vuelto los primeros artífices y beneficiarios.

No saben más los Kirchner qué prueba pública dar del connubio absoluto con las Madres y piaras circundantes. El espectáculo repetido de este maridaje resulta ya el de una repugnante adulación recíproca y el de una indisimulada sociedad anónima con fines de lucro. Ahora bien, ¿era ésta la innegociable sangre derramada, ofrecida en custodia a Schoklender y a Miceli? ¿Era ésta la bregada aparición con vida, la de la colección prèt-a-porter de una tilinga que confiesa no saber vestirse con la modestia de los pobres? ¿Era ésta la victoria siempre declamada, la de los contratos más rastreros con la banca norteamericana, con los titulares de la usura mundial, con los heraldos del Imperialismo Internacional del Dinero? ¿Era ésta la revolución anunciada, la que ahora pasa a las manos de la primera fregatriz del sionismo, llorona en cuanto velorio judaico se ha promovido y carente de la más mínima lágrima para quienes caen asesinados en esas tierras que arrasa su amada Tel Aviv? ¿Era ésta la Sierra Maestra multiplicada en América, la de Skanska, el Indec, la Picolotti y los dólares chavistas?; ¿eran éstos acaso los fastos de la liberación, haciendo un día de campanillera en Wall Street y otro de compradora compulsiva en las tiendas parisinas? ¿Eran éstos los oprimidos cuyo yugo debía quitarse; apenas una banda de ex terroristas perezosos y burgueses subsidiados por el Estado liberal? ¿Era ésta, en suma, “la gloriosa JP” que canturreba orgullosa: “mujeres son las nuestras…”? ¿Cuáles? ¿Las que prostituye Tinelli, noche a noche, haciéndole de partenaire mediático oficial, o la chirusita misma, abocada a defender la perspectiva del género, esto es, el derecho de las invertidas y de las rameras?

Nunca como a la vista de lo que sucede, del amontonamiento de carnes de Cristina y Bonafini, arrobadas ambas ante la caripela patibularia del Che, ha quedado más inmundamente probada la ninguna oposición entre el capitalismo y el marxismo, la farsa de una dialéctica que sólo pueden consumir los ignorantes y los embusteros. Cervantes, en su Coloquio de los perros, por boca de Berganza, califica a estas vinculaciones nefastas de “desenfado y taimería putesca”. Difícil decirlo con mejores palabras.

Pero no hay una voz que quiera alzarse para expresarlo con todas las letras. Si los Obispos, salvo excepción que habrá que hallar, porque remedan todos a Henri Grégoire, aquel purpurado canalla que abrazó la causa jacobina tras el estallido de 1789. Si los militares, porque han sido emasculados a gomita, según celebérrima expresión de una antañona fuente nacionalista. Si el resto de quienes algún espacio público disfrutan, porque oscilan entre la complicidad, el temor o la protervia. Un silencio culposo recorre el abofeteado rostro de la patria. Se calla por no decir que el que se va es un ente corrupto. Se calla por no decir que quien lo completa también lo es. Cuando la patria recupere su soberanía y su decoro, no quedará en la historia este par delictivo, sino en los sórdidos prontuarios policiales, como diría el finado Borges. El uno quedará como el más cobarde de todos los aleves rencorosos; la otra como la más inescrupulosa y ordinaria de las politicastras nativas.

En la última y confortadora encíclica pontificia, Su Santidad Benedicto XVI —que no elude el tema de la adversidad política, tan cercano a nuestra propia experiencia— memora un texto del Sermón 340 de San Agustín, que parece contener todo un programa para nuestras actuales circunstancias. Explica allí el de Hipona que una misión se ha impuesto: “corregir a los indisciplinados, confortar a los pusilánimes, sostener a los débiles, refutar a los adversarios, guardarse de los insidiosos, instruir a los ignorantes, estimular a los indolentes, aplacar a los soberbios, moderar a los ambiciosos, animar a los desalentados, apaciguar a los pendencieros, ayudar a los pobres, liberar a los oprimidos, mostrar aprobación a los buenos”.

Todavía hay quienes se preguntan qué tenemos que hacer. Pues varias tareas pendientes surgen del texto mencionado. Es cuestión de encararlas, una a una, sin quejas ni desmayos. Sabiendo que quien pelea por Cristo Rey en la Argentina ya está en posesión de una alegría elegida y alta. Una alegría que no puede empañar este rejunte de coimeros, criminales, cultores de la muerte y artífices de la antinaturaleza. Una alegría que vence a la mujeril ralea gobernante. Porque ella, según cita preciosa traída a colación por el mismo Benedicto, es “una bienaventuranza que atraviesa felizmente las batallas con una rosa en la mano”.
Antonio Caponnetto

viernes, 14 de diciembre de 2007

De pluma ajena


B´NAI BRITH Y LOS BACHES DE LA JUSTICIA ARGENTINA

Este jueves 13 de diciembre al atardecer fue condecorado el Dr. Carlos Rozanski con el premio de DDHH por su “meritoria labor en la promoción y defensa de los derechos humanos”: en el Salón Auditorio “Jorge Luis Borges” de la Biblioteca Nacional, Agüero 2502. En el acto Rozanski fue alabado por haber sido el ejecutor de la condena a reclusión perpetua del R.P. Christian von Wernich, siendo el primer caso de un juez argentino es condecorado por el pronunciamiento de una sentencia. Rozanski presidió el Tribunal I de La Plata que juzgó y condenó al ex comisario Miguel Etchecolatz y al citado capellán “por sus responsabilidades en el “genocidio” que se le atribuye a la última “dictadura militar argentina”.



Fundada en 1843, B’nai B’rith Internacional es reconocida universalmente como una de las más grandes y antiguas organizaciones judías “humanitarias, de acción social y derechos humanos. Fuente constante de innovación y beneficencia para las poblaciones de todo el mundo, B’nai B’rith es defensor incansable del Estado de Israel y de la judería mundial con una gran variedad de áreas políticas y gubernamentales. Con más de 180.000 miembros y afíliados en más de 50 países, “B’nai B’rith realmente abarca el globo en su esfuerzo por hacer que las comunidades judías sean mejores para todos sus habitantes”.

B´nai B´rith, considerada por muchos como la más operativa asamblea judía, se define a sí misma como una “organización comprometida con la seguridad y continuidad del Pueblo Judío y el Estado de Israel. Ahora decidida “defensora de los derechos humanos” [no de los palestinos], definen sus estatutos que “combate el racismo, el antisemitismo y la ignorancia” y presta “servicios a la comunidad bajo los más amplios principios de la humanidad”. Su misión es unir a los judíos y realzar su identidad a través del fortalecimiento de la vida familiar y la educación de la juventud, de servicios para la tercera edad y la defensa de los judíos en todo el mundo.


La política norteamericana de expansionismo económico-territorial

En una de sus acepciones, el término establishment se traduce como un conjunto de personas unidas por un propósito u objetivo común. Más explícitamente, con la expresión Eastern Establishment se designa al entramado plutocrático del Big Banking y del Big Business que domina la vida económica, política y social de los Estados Unidos. Porque no se difunde públicamente que ciudadanos americanos de origen judío fueron los precursores de la patriótica y planificada anexión de Texas a la Unión, en 1827.
El Gobierno español dio las primeras concesiones a Moshe Austein (Moisés Austin) en 1821, y, a la muerte de éste, el Gobierno mexicano se las ratificó a su hijo Esteban “Steve” Austin. Éste, “martillero” como su padre, se dedicaban al negocio de los condominios, las concesiones de arriendos, y el loteo de propiedades rurales inmobiliarias en territorio mexicano, haciéndose varias veces millonarias gracias a sus dudosas actividades. Los colonos del Norte se asentaron gracias a la venalidad de los gobernantes de turno en México, quienes vendían concesiones a largo plazo para el asentamiento de extranjeros limítrofes, sin limitación legal alguna.

Cuando los sucesivos gobernantes de México se dieron cuenta de los actos de corrupción de sus antecesores en el sillón del Poder Ejecutivo ya era tarde. Las concesiones, obtenidas por los sobornos dispensados a los corruptos de turno, a precio vil para las arcas de México, devinieron en un aluvión de inmigrantes norteamericanos. Muchos, fallidos comerciantes o agricultores que escapaban de la prisión por deudas, una cantidad de asesinos o aventureros que se ponían del otro lado de la frontera por diversos motivos; pero la masa de los nuevos pobladores concurría con sus familias a consecuencias de la depresión económica que afectó a los EEUU entre 1819 y 1821.

México –debilitado y resignado por la pérdida de América Central en 1823- intentó poner restricciones en atención al peligro del expansionismo estadounidense que acechaba desde el Norte, pero éstas no fueron eficaces. Ni los colonos ni los gobiernos nacionales o del Estado de Texas se encargaban de observarlas. Del mismo modo, se continuaba fomentando la irrefrenable colonización mediante las facilísimas condiciones económicas que se les pusieron a los intermediarios Esteban Austin y Samuel Houston, negociantes de mucho fuste, con el suficiente poder económico como para poder lanzar contramedidas contra la presión fiscal, mediante sus relaciones con políticos y jueces. De esta forma, los colonos se establecieron en zonas prohibidas –costa y frontera-, no eran católicos y no se regían por las leyes mexicanas, sino por las de su país, en tanto y en cuanto les fueran convenientes, unas u otras.

Así fue como se originó el “casus belli” que culminó en la leyenda de El Álamo. El incidente comenzó cuando los pobladores norteamericanos del pueblo, se negaron a restituir un cañón olvidado por el Ejército Mexicano, a una patrulla que –pacíficamente- se lo solicitó al Intendente del caserío. Lejos de acceder, los habitantes de González atacaron por sorpresa a los comisionados, matando a dos pobres milicianos rancheros. Allí enarbolaron una curiosa bandera, con un cañón estampado en negro sobre fondo blanco, y la leyenda “Get for it” (vengan por él), en claro desafío a la autoridad legal.

Una serie de victorias, especialmente la de la misión franciscana contigua a Béxar, el fuerte de “El Álamo”. Esta misión tomó su denominación histórica por casualidad. Un Tercio español denominado con el nombre de otro sitio (donde plantó bandera), que había ocupado la Guarnición treinta años antes. Ahora, el fuerte de adobe y piedra estaba defendido por 190 milicianos “voluntarios” de los Estados de la Unión Norteamericana, bajo el mando accidental de un Capitán de Caballería de Milicias, ahora Teniente Coronel “Graduado”, John Travis, un abogado de 26 años, inmigrante ilegal, como la mayoría de los defensores. Es una leyenda romántica que, entre los que concurrieron voluntariamente a sostener el baluarte de “El Álamo”, se encontraban el famoso James “Jim” Bowie, Coronel de Milicias, aventurero, pendenciero y famoso estafador de Kentucky, así como el no menos famoso ex Senador, Congresista por Illinois, David “Davy” Crockett.

A pesar de la desesperante situación de la guarnición, el ejército de Huston no concurrió a defender El Álamo y dejó que los mejicanos de Santanna masacraran a la población. Entonces, y siendo ya pública la historia de las matanzas entre la población de EEUU, el ahora presidente de la Texas independiente, Samuel Houston, ya con una nueva Constitución en el bolsillo, salió a aplastar a las tropas mexicanas con el apoyo de millares de nuevos milicianos y tropas regulares de la Unión, declarándose Texas estado independiente, que casi inmediatamente se federó a los Estados Unidos.

De un modo similar las colonias norteamericanas se expandieron hacia el pacífico a partir de entonces apoderándose de California, y a su paso los ahora estados de Nevada, Nuevo Méjico, y Oregon, tras vencer catastróficamente a los mejicanos en la Guerra de 1847… tres años después de la fundación de la B`nai B`rith, que originalmente se sustentó en la explotación del negocio del oro mejicano y el transporte marítimo entre ambas costas norteamericanas para el intercambio de bienes.

Ciertamente contribuyó al meteórico crecimiento de los EEUU en las primeras décadas del Siglo XIX, mediante la rápida adaptación y perfeccionamiento de los procedimientos tecnológicos emergentes de la Revolución Industrial, sin limitación alguna impuesta a la investigación por razones religiosas; la política de expansión territorial hacia el Oeste, con el desplazamiento forzoso de los indígenas, (y de ningún modo con la integración a esa raza, a diferencia de sus vecinos hispánicos) y su clara aspiración a desarrollar su civilización hasta el Océano Pacífico, plasmada en la doctrina del “Destino Manifiesto”, que era el credo norteamericano en esos días; mediante el respaldo de su política nacional con el apoyo irrestricto al desarrollo de un ejército competente para sustentar los objetivos nacionales. La integración total y entusiasta al proyecto de Nación.

Los espacios vacíos dejados por la desidia del pueblo mexicano, su falta de voluntad de trabajo, y las restricciones impuestas por su propia pobreza, fueron ocupados —en consecuencia— por los colonos norteamericanos.

Y cuento todo esto no simplemente a manera de anécdota histórica, como se verá a continuación.


Historia de una logia internacional


La logia B´nai B´rith es una organización paralela a la masonería regular cuya afiliación está exclusivamente reservada a los ciudadanos de origen judío. Fue fundada cuando todavía no existía el sionismo como movimiento político, ya que el origen de los grandes capitales estadounidenses recién se sitúa en la Guerra de Secesión de 1861-65, con la confrontación entre la economía comercial e industrial del Norte y el viejo modelo latifundista y agrícola del Sur.
El balance de aquella guerra, tan trágico para muchos como rentable para unos pocos, ofrece por tal motivo dos caras bien distintas. En una de ellas aparecen sus 600.000 víctimas y las cuantiosas pérdidas materiales causadas por la contienda. Y en la otra figura el gran desarrollo industrial que el esfuerzo bélico proporcionó a la zona Norte, así como el espectacular enriquecimiento que de ello se derivó para los especuladores y los proveedores del ejército. La transformación económica operada por el conflicto permitió la acumulación de enormes fortunas y dio paso al ulterior proceso de concentración mercantil e industrial en beneficio de los grandes trusts económicos.

El curso iniciado con la guerra de Secesión, durante la cual se gestaron los primeros imperios económicos (Vanderbilt, Carnegie, Morgan, Rockefeller), daría paso a la concentración monopolística que comenzó a desarrollarse a partir de aquel evento. Desde entonces cada nueva contienda bélica supondría un reforzamiento de esa dinámica. Así, la guerra hispano-norteamericana de 1898 abrió el camino a los oligopolios azucareros. A ésta le seguiría la 1ª Guerra Mundial, que consolidó la concentración de la industria pesada y consagró el ascenso de otros dos imperios económicos: el de la dinastía Pont de Nemours, de Detroit (Unites States Rubber, General Motors, National Bank of Detroit), y el del clan financiero Mellon, de Pittsburg (Aluminium Co. of America, Westinghouse, Mellon Bank).

De entre las grandes fortunas amasadas a partir de la guerra civil norteamericana, cuatro nombres sobresalen en especial: Cornelius Vanderbilt, Andrew Carnegie, John Morgan y John Davison Rockefeller. El primer apellido prácticamente ha desaparecido del concierto plutocrático mundial y de las altas esferas de influencia política. Los dos últimos, por el contrario, se sitúan actualmente en su vértice más elevado. El hecho de que los Morgan y los Rockefeller ligaran el destino de sus grandes empresas a un potente complejo bancario habría de jugar, sin duda, un papel fundamental en su proyección futura.

Cornelius Vanderbilt era ya un próspero empresario en los comienzos de la guerra. También era, y con diferencia, el de más edad, 65 años, ya que el mayor de sus tres concurrentes no sobrepasaba la treintena. Las concepciones empresariales de Vanderbilt y su forma de gestionar los negocios estaban, por ello, más próximas a los viejos métodos que a las técnicas que demandaba el capitalismo avanzado. Tampoco en esto se asemejaba a los otros tres. Su imperio económico se articulaba en torno a varias compañías navieras subvencionadas por el Estado. Durante la guerra de Secesión, el "comodoro" Vanderbilt registró enormes beneficios proporcionando al Gobierno nordista la flota de guerra destinada a la toma de Nueva Orleans. Otro sector en el que desarrolló una notable actividad fue el del tendido ferroviario.

La escalada de Andrew Carnegie se fraguó a partir de su cargo como secretario del director de Transportes del Ministerio de la Guerra. Valiéndose de su ventajosa posición, este ambicioso inmigrante escocés montó una factoría de raíles a través de la cual suministraba al Departamento de Transportes todos los pedidos efectuados por éste. Los ingentes beneficios así obtenidos constituyeron la base de la futura Carnegie Steel Co.de New Jersey, uno de los más potentes complejos industriales estadounidenses hasta principios del siglo XX, en que pasaría a la órbita del grupo J.P.Morgan.

Pero vayamos ya con los dos grandes de aquel cuarteto. John Morgan era hijo de un inmigrante inglés asociado a la banca británica Peabody & Co, cuyos negocios estaban estrechamente vinculados a los intereses nordistas. Su primera operación comercial, realizada precisamente a través de dicha entidad bancaria, consistió en suministrar cinco mil fusiles anticuados al ejército del Norte, embolsándose en la transacción la nada despreciable suma de 92.500 dólares, una fortuna por aquel entonces. Los sustanciosos beneficios obtenidos durante la guerra constituyeron el punto de partida de su futuro imperio económico. En 1901 fundó la United States Steel Corp., que con el tiempo se convertiría en uno de los mayores trusts acereros del mundo, y en 1903 creó, mediante la fusión de varias empresas navieras, otro gigante comercial, la International Mercantile Marine Co. Tras su muerte, acaecida en 1913, fue su heredero, J. P. Morgan junior, quien consolidó el poderío del trust, dotándole de una potente institución financiera, la Banca Morgan and Co.

Actualmente esta entidad internacional tiene su sede central en Washington (1640 Rhode Island Avenue, NW), justo al lado de la Casa Blanca, proximidad que no es solamente física. Actualmente cuenta con algo más de 600.000 afiliados distribuidos por 47 países del globo, y en su cúspide se aglutina lo más selecto de la oligarquía judía mundial.

Al igual que la masonería regular, la actual B´naï B´rith se presenta como una organización filosófica y filantrópica dedicada a la consecución de los consabidos enunciados humanistas, y también al igual que la primera su labor fundamental se desarrolla en el campo de la influencia política y social. El hecho de que esta logia haya sido desde su creación el más eficiente puntal del movimiento sionista constituye una buena muestra de esa actividad.

La pertenencia a la logia B´nai B´rith no excluye el que sus miembros militen simultáneamente en otras logias masónicas, cosa frecuente por lo demás. De hecho, son numerosos los casos de miembros de dicha logia que han ostentado el grado de Gran Maestre en otras logias americanas o europeas adscritas al rito escocés. Sin embargo, la doble militancia en sentido contrario no es posible. Bien puede decirse por tanto que la logia B´nai B´rith constituye una Orden específica dentro de la masonería regular.

Algo parecido podría afirmarse en lo concerniente a los diversos organismos plutocrático-oligárquicos descritos a lo largo de estas páginas, y en el seno de los cuales los jerarcas de la B´nai B´rith forman un grupo particular. De tal modo que la influencia de la oligarquía judía en la vida pública no se articula exclusivamente a través de las estructuras específicas de dicha logia, sino también por medio de otros organismos que, como el CFR, cuentan entre sus filas con numerosos miembros adscritos a la misma. Son las pequeñas ventajas que proporciona el hecho de estar en varios sitios a la vez.

La B´nai B´rith International cuenta con varias sociedades filiales, así como con una pléyade de organizaciones afines que se mueven en su órbita. Entre las primeras figuran las sociedades, que controla la logia:

1. The Career and Counseling Services, que sitúa a sus miembros en organizaciones clave de los países donde está enquistada la organización;
2. The Klutznick Museum, responsable del mantenimiento de los archivos de la logia:
3. The Hillels Foundations, dirigida a los medios estudiantiles,
4. La organización juvenil B´nai B´rith, enfocada al campo cultural,
5. La B´nai B´rith femenina, que agrupa a las mujeres afiliadas a la Orden, y
6. La Liga Antidifamatoria Judía, cuyo cometido oficial es la lucha contra el antisemitismo, aunque el real sea la lucha contra el antisionismo, lo que es algo muy distinto, como no pocos sionistas antisemitas deben saber muy bien. Y esto último no ha sido escrito a la ligera, sino con pleno conocimiento de una realidad sobradamente avalada por los hechos, y
7. El famoso Consejo Judío Mundial.


Conclusiones

No es imaginaria la amenaza de balcanización de Latinoamérica progresista. Chávez tiene —como se dijo en esta tribuna en algún otro informe— claras políticas expansionistas que están en conflicto con los intereses de otros países antagónicos de la región. Y las FARC no son ajenas a ese proyecto ya que también se ha informado que la provisión del apoyo logístico de aquella banda de criminales es soportada por el mismo presidente venezolano. El Comandante Ortega, desde Nicaragua, se solidarizó con el proyecto bolivariano desafiando a también a Colombia, mientras que los ejércitos de Perú, Brasil y Chile estudian seriamente qué papel les corresponde asumir ante la hipótesis de conflicto que obviamente producirá la inminente escisión de una descontrolada Bolivia revolucionaria, cocalera e indigenista.

Sucede todo esto en este sector del mundo mientras el gobierno argentino mantiene su letargo, sus fuerzas armadas desactivadas, una política exterior sumamente frágil e improvisada y su caprichosa alianza contra el tirano de Venezuela.

Como pieza fundamental de este difícil engranaje oxidado a sabiendas, es funcional la política de “derechos humanos” que sostiene —profundizándola— la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Y allí aparece la figura de los jueces complacientes, como el Dr Carlos Rozanski, galardonado por la B’nai B’rith Internacional, el juez —no católico ni consustanciado con los valores de la nacionalidad argentina— que dictó sentencia contra Etchecolatz y Von Wernich condenando con el martillo de la injusticia más atroz —de espaldas al blasfemado Crucifijo que no simbolizaba nada en la sala de audiencias donde la horda se manifestaba entusiastamente por el linchamiento— sino que simplemente “decoraba” desfachatadamente su Tribunal patibulario.

Rigurosamente planificados, los “juicios de la verdad” son el abismo por donde se irán por el retrete las causas morales que sostuvieron los Soldados que combatieron al terrorismo que —justamente— planeaba la atomización de la Argentina en los años `70.

En todo caso —al menos— es la primera vez en la historia en la cual un juez es condecorado por la parte vencedora en un litigio. Y no le reprocho en modo alguno su judaísmo —porque lejos estamos de juzgar ligeramente a su credo— sino la axiomática carencia de escrúpulos morales y de ecuanimidad que lo inhabilitarían para ejercer la magistratura. De los hechos —hoy manifiestamente probados— se infiere la nulidad de todo lo actuado al quedar en evidencia el cohecho que se ejerció sobre el mismo y su participación al aceptar tan deleznable papel.

¿Acaso este no es el prevaricato más desfachatado jamás visto en los anales de la Justicia?

Carlos Marcelo Shäferstein

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Como decíamos ayer


EL TOTALITARISMO DEMOCRÁTICO


Como se sabe, el país vive de ficciones, de imágenes, con emociones que sustituyen a las ideas y con declaraciones que sustituyen a los programas. De esta manera no hay modo de pensar soluciones: nadie se acerca a las cosas, a la realidad.

Todo se vuelve aplicar esquemas siempre importados. Así ocurre desde la base, la Constitución de 1853, que es, no más, un remedo del orden natural. Yendo al fondo y a lo elemental: ¿qué es la democracia, viéndola en su estado puro, sin aditamentos? Si convenimos en que no hay un estilo de vida democrático, en que tampoco hay un sistema de valores democráticos ni otras cosas semejantes que nuestros democráticos inventan cuando se asustan o se dan cuenta que giran en el vacío, no hay más remedio que concluir que la democracia es el método en el cual el pueblo (la multitud) es representado en el gobierno. Como lo ha considerado con todo realismo el magisterio de la Iglesia (por lo menos, hasta su democratización) es —y nada más que esto— la forma de designar el o los titulares del poder. Éste es el centro, la esencia, lo propio, lo definitorio y característico de la democracia, y todo lo demás que se le agregue es, por una parte, trampa, y por la otra un abuso, una deformación, un artificio. El más monstruoso de estos abusos, la más torpe de estas deformaciones, el más cruel y mortal de estos artificios de la religión roussoniana —bendecida en el siglo XX por Maritain— de la Voluntad Popular.

El Pueblo, único titular de la Soberanía, puede hacer y deshacer el Bien y el Mal y para ello cuenta con el voto. Jamás un sistema político se proporcionó a sí mismo una base más teológica ni mayores pretensiones metafísicas y cósmicas, fuera del marxismo que tiene una clara y alegre conciencia de realizar universalmente el Espíritu pero no a través del voto ni de la Voluntad General, sino de la Dictadura del Proletariado. Pero ésta es otra historia, aunque paralela.

Lo cierto es que semejante Máquina de elegir, tan formidable titular del Poder, tamaño dios —el Pueblo al que se lo pretende además infalible— ¡no alcanza a ser representado, no puede elegir, ejercer el poder, actuar como un dios! Se lo aísla con sus rayos y centellas en el fantasmal olimpo de las abstracciones. He aquí un mandante desobedecido por sus mandatarios, una máquina desconocida por sus servidores, un dios burlado por sus criaturas. El gobierno elegido por un sistema democrático no será democrático. La política en Occidente y en nuestro país, se convierte en una comedia de equívocos, en un sainete de enredos. Todo es una gran farsa.

Es que, ya en el camino de las neblinosas lucubraciones, un nuevo personaje se nos aparece a la vista. Es el Ciudadano. Un ser desencarnado, impávido, lejano y soberbio, nacido y crecido en el laboratorio de los Filósofos, bien lejos del sol y de la luz de la realidad social. Un puro invento, el ciudadano ha cubierto hasta reemplazarlo al hombre de carne y hueso: al productor, al propietario, al padre de familia, al vecino. Al que aprende, enseña, comercia, trabaja, procrea, sufre y goza. En cambio, ese muñeco mudo, ciego, sordo y estúpido, vacío y mecánico, el Ciudadano, que no goza ni desea ni reclama, que no existe, aparece cada tantos años —dos, cuatro— en un domingo determinado —en las democracias más asentadas puede ser en cualquier día de la semana— se presenta y con toda soberbia es durante un minuto —¡un minuto y nada más!— un soberano, una porción mínima de soberano, un mendigo y un payaso de soberano. Es cuando vota por no sabe quién y a quien no recordará al segundo siguiente y que hará en su nombre no sabe qué. Esta es la democracia que todos los partidos reclaman.

Es que si no representan intereses, intereses concretos, ciertos, tangibles, no se representa nada. La política se vuelve un escapismo, una frivolidad y una mentira. Si se considera a la democracia como la única forma política aceptable y legítima y a la representación por partidos de un ente que se llama Ciudadano que detenta un poder divino —la Voluntad Popular— como la única forma de llevar a la práctica esa democracia, el resultado final será que la sociedad argentina quedará irrepresentada, indefensa y sin participación real en el poder. El Estado se alzará con su tremebunda dimensión, invocando una representación que nadie le ha otorgado —porque nadie se la puede otorgar, puesto que en la realidad el poder no viene del Pueblo—, frente a una suma de pobres individuos —a los que llama ciudadanos, se los alaba como soberanos y se los trata como esclavos—, pero, además, para completar el círculo de la decadencia y “el proceso de apropiación de la libertad”, el Estado caerá en manos de la clase partidocrática, que no tardará en aliarse y aún en fusionarse con la oligarquía financiera. Esta Democracia es el otro nombre de la Muerte. En esta trágica ecuación el hombre es el sujeto pasivo que yace bajo el Estado Democrático y Totalitario.

Nota: Esta nota editorial forma parte de la Revista “Cabildo” nº 56, año VII, segunda época, correspondiente a septiembre de 1982.